Sin Temor… Ni Favor…
México, Ejercito, Droga II
Luis H. Arthur S.
Hace unos días en el Municipio de San Nicolás, de la zona conurbada de Monterrey, alguien denunció a una patrulla del ejército de una residencia donde había armas.
Cuando se acercaron a investigar fueron recibidos a granadazos y plomazos, tres soldados fueron heridos por las esquilas. Los mafiosos tratando de escapar por patios y azoteas, tomaron dos mujeres de rehenes. Cuatro de ellos fueron abatidos y uno escapó. De los cinco detenidos, uno delató otra casa similar en el Municipio de Guadalupe a donde posiblemente había ido el que escapó.
Al llegar el convoy de dentro de esta nueva casa le hicieron dos disparos. Uno de los miltares hizo a su vez tres, tomaron la casa y detuvieron a 8 personas, confiscaron metralletas, pistolas, miles de balas, cargadores, droga y varios vehículos, incluso una Suburban con los vidrios blindados y mecanismo en la parte atrás de tirar grapas para ponchar las llantas de posibles perseguidores.
Al presentar a la prensa a los detenidos, el funcionario que lo hacía señalando de entre ellos a una joven les dice ¡y esa es mi hija!… mientras dos lagrimas se escapaban de sus ojos aguados. Explicó que tenía 7 años sin verla desde que se había ido, y añadió que presentaría su renuncia.
Otros tres hijos del este señor, hermanos de la joven detenida, son todos policías y participan normalmente en las refriegas y la detención de estos delincuentes.
Un caso penoso, pero de responsabilidad a toda prueba, de dolor infinito de un padre, que cumple con su deber, con su juramento y su patria.
Aquí en cambio tenemos un gobierno y unos organismos policiales y militares, que tapan, cubren y protegen a sus familiares, a amigos y relacionados, a ladrones y corruptos, a quienes se les premia con puestos y rangos y con una Justicia complaciente y corrupta.
Ante tanta indolencia, dos lagrimas de un funcionario mexicano como pocos, con su carga emocional, de honestidad y respeto, debería avergonzarles, y estrujarle el alma y el corazón ante esta clara acción de compromiso consigo mismo. Estrujárselas en la cara a estos y a tantos sinvergüenzas que allá y aquí existen desgraciadamente, para que al menos vean y huelan lo que es honor, seriedad y compromiso con su patria, algo que luce obsoleto y que no rinde beneficios.
S. Domingo, R. D. * luis@arthur.net * www.luis.arthur.net * www.luisharthur.blogspot.com *24\VIII\2009