Sin Temor… Ni Favor…
Pretensiones y caos
Luis H. Arthur S.
Los que han estudiado matemática superior, tal vez se han extrañado que en ella se establezca que el cambio es la norma. Los que además entienden algo de electricidad, ven como la corriente alterna, en forma de ciclos sinusoidales que se repiten hasta el infinito, tiene la capacidad de transformarse, característica que la hace superior en su plasticidad a la corriente directa, estable y constante, permitiendo entre muchas otras cosas, las comunicaciones electrónicas que hoy día nos rigen y nos esclavizan. Vemos además que en el mundo atómico, ese de las micro partículas, el caos es la norma, y dentro de ese desorden, existe un orden natural que mantiene el equilibrio, y de él se derivan las leyes inmutables que nos rigen. El universo pues luce ser un macro caos en equilibrio.
Dentro de ese ambiente vivimos y por tanto la sociedad no puede ser nada distinta que el universo que lo rodea y del microcosmos en que subyace y el material de que está hecha.
Sin embargo, en nuestra mente anhelamos tener un mundo estable, donde pudiésemos vivir con leyes físicas y morales sin mayores convulsiones, y donde los cambios se produjeran siempre para el bien y lentamente, en los pocos microsegundos de vida que le ha tocado a esta civilización actual, medida con parámetros de tiempo universal.
En el sermón de las 7 palabras de la Iglesia Católica en esta Semana Santa, la más estable de las instituciones vigentes fuera de la familia, nos recuerda nuestras miserias y lacras en el interaccionar de esta sociedad, que es lo único que en algo podemos cambiar con nuestra mente y voluntad, aun dentro de muy estrechos márgenes de libertad. Márgenes demasiados estrechos pero no por ello no afectantes y limitantes de los de otros, que los pierden en la misma medida que aquellos los ganan
Dicen los sacerdotes que las llamadas Instituciones que existen para hacer menos difícil nuestro transitar azaroso, se coluden para arrogarse derechos que no les pertenecen y olvidarse de responsabilidades que deberían de cumplir, y al distorsionar el sustrato existencial en que todos debemos movernos y alimentarnos, unos se sirven con la cuchara grande y para otros a veces ni cucharas hay.
Y resulta que entre los que se adueñan de ese espacio vital están entre otras muchas, el mal gobierno, la injusta justicia, los medios de comunicación distorsionantes, los ricos que no tiene justicia equitativa. Así, el cambio que es la norma, se tuerce inmisericordemente en contra de los más débiles.
Los que quieran meditar sobre las leyes universales se darán cuentas claras, que las distorsiones que se quieran producir a las normas globales que nos dan origen y campo de acción, no tienen posibilidades permanentes de violarse impunemente como se violan las humanas, y en el experimento de la vida, somos sólo juguetes que como luciérnagas unas veces iluminamos lo correcto y otras lo incorrecto, con nuestra pequeñita luz puntual y demasiado transitoriedad, y que nace de violetas coaliciones que devuelven el orden al caos natural, distinto al humano.
Sto. Domingo, R.D.* luis@arthur.net * www.luis.arthur.net * www.luisharthur.blogspot.com *24/IV/2011