Sin Temor… Ni Favor…
Empresarios de la Educación
Luis H. Arthur S.
Económicamente las personas se dividen entre empresarios, trabajadores y vagos. Un empresario al arriesgarse en uno de los múltiples campos para satisfacer alguna de las necesidades sentidas y demandadas, sea en fabricación o servicio, crea empleos y salarios para otros. Ambos son necesarios en este proceso de producción. Los vagos viven de ambos y son parias de la vida.
Luce que las necesidades de una sociedad son infinitas en número pero finitas en cantidad, y en el mundo globalizado de hoy se crean una terrible competencia que puede ser satisfecha desde cualquier parte del planeta.
Así, cualquier empresario, grande o pequeño, tiene una competencia brutal en la conquista de parte del mercado que le permita mantenerse y ser exitoso.
Sin importar el giro en que Ud. compita, existen reglas generales y claras para que su empresa pueda subsistir y creo que las principales son: 1 - Que exista un mercado, una necesidad, y mientras peor servida esté, mejor. 2 - Que su producto sea competitivo en calidad, precio y oportunidad. 3 - Que la administración de la empresa y de los recursos, tanto para pago de empleomanía, compra de insumos, servicios, etc., sea racional y que el precio y volumen de lo vendido y cobrado, permita que quede un poco para su crecimiento y el beneficio esperado y necesario. Aquí quebró una mina de oro, lo que significa que lo mal administrado no puede subsistir.
No hay posibilidad de que una empresa que no produzca beneficios subsista, pues en poco tiempo consumirá el capital propio del dueño o los accionistas y los prestamos. La mortandad es alta. En México se dice que el 83% de las empresas quiebran antes en los 3 años. Aquí debe de ser igual o mayor.
Cuando un mercado está mal servido se crea una oportunidad para que se incursione en él, y este es el caso, entre muchos, de la educación privada.
El gobierno, quien debería suplirla en calidad y cantidad sólo lo hace en discursos bonitos del demagogo de turno y de sus funcionarios.
Esta demanda, que no existía en mi tiempo de estudiante bajo la dictadura, más que para satisfacer caprichos de padres que querían diferenciar a sus hijos de los demás, es la culpable de de que exista una oferta privada.
Los economistas y asesores empresariales, que se les acusa de existir para explicar porque las cosas no salieron como la habían pronosticado, han vivido hablando del dios mercado, de la oferta y la demanda, de su autorregulación, y desearían que el Estado no se metiera con ella para controlarla, pues dicen que esto distorsiona e imperfecciona el mercado, pero la verdad es que toda actividad empresarial debe ser regulada, pero no extorsionada. En este contexto surgen las empresas de educación que ofrecen un servicio muy sensible, que aunque no lo crean es regulado por quien fracasa en ofertarlo como antes con calidad y en cantidad suficiente. Esta oferta privada busca satisfacer al 20% de la demanda educativa nacional.
Para que uno de estos negocios se mantenga, igual que cualquier otro, tiene que recibir ingresos por el servicio que presta, tener garantía legal de recibirlos, de cobrarlos, en la cantidad necesaria para cubrir sus costos de personal, sus gastos en alquileres, mantenimiento, combustible, agua, servicios eléctricos, telefónicos, seguridad que cada día aumentan, lo que hace imposible que se paguen los mismos dos pesos mensuales que se pagaban hace 50 años en La Vega en el buen colegio del Maestro Serrano.
Nadie puede pretender que le regalen el servicio telefónico, energético, educativo, la gasolina, la comida y ropa y demás necesidades, ni tampoco el educativo.
Los padres, como administradores de sus salarios, deben vigilar la calidad de los insumos que compran según sus posibilidades, y deben pelearse por tratar de minimizar aumentos, pero con quien de veras tienen que hacerlo, es con quien está obligado a ofrecerlo gratis para lo cual cobra impuestos que le merman sus salarios, que no son para enriquecer políticos y funcionarios, ni para viajes de marahá, ni mal administrarlos.
Un empresa que por bajo precio, mal producto o por mala administración no ingrese lo suficiente para satisfacer sus necesidades, se va a deteriorar y eventualmente a desaparecer. Si el nicho educativo es tan rentable como dicen y conseguir cupo es toda una agonía, ¿por qué no hay una explosión de oferta que deprima las tarifas?
Repito, la educación del pueblo es responsabilidad primerísima del gobierno.
Sto. Domingo, R.D.* luis@arthur.net * www.luis.arthur.net * www.luisharthur.blogspot.com *10/VII/2011