Sin Temor… Ni
Favor…
Cambio de rumbo
Luis H. Arthur S.
Las mismas
cosas de hace tanto tiempo. Los mismos
problemas recurrentes. Que si el que
llega no se quiere ir. Que si los votos
los trastruecan. Que si la eficiencia
administrativa cede su lugar a la corrupción galopante. Que si el tener derecho
al voto no se valora, ni la sangre y el martirio sufrido por tantos para
lograrlo libre, que ni se avanza ni se consolida y en cada jornada eleccionaria
es lo mismo. Que si el acarreo es la
norma y el pica pollo el precio. Que si
la pobreza no cede para la mayoría, solo para los pocos cientos que detentan el
poder. Delincuentes políticos y de
cuello blanco. Que si la justicia es
fallida y corrupta. Que si la delincuencia
es asfixiante y los organismos que deben combatirla se han convertido en bandas
organizadas para su propio beneficio, allí con escalafón y privilegios. Que si sólo el dinero personal es la meta,
olvidando el bien común y la patria.
Que si tendrán nuevamente personas valiosas y con conciencia y
objetivos que sacrificarse, dar su vida, comprometer su heredad para que al
poco tiempo todo vuelva a lo mismo, como si fuera un determinismo cíclico y
vuelva a surgir la pregunta: ¿valió la pena?
Y a veces por terquedad, ante el hecho consumado y la imposibilidad de
retorno se conteste: ¡Si valió!
Quizás la vida no sea más que un camino tortuoso de intereses y
ambiciones, de poder, fortuna y pobreza, de batallar en la infelicidad
mayoritaria y la esperanza inmortal que nos da fuerzas. De compartir patria sin objetivos ni metas.
Hay que encontrar urgentemente una nueva forma de relacionarnos,
cuando aumentamos en progresión geométrica y el mundo se achica ante esta
explosión de depredadores que nada respetan, ni la propia existencia y
superación de su misma raza.
Hay que redefinir el gobernar y ser gobernados. Dejar de ser la materia prima propicia para
todo grupo de explotadores sin límites, que busca su bienestar a costa del
malestar de otros, de muchos otros.
Donde se pisotean a tantos para alimentar estas ambiciones infinitas, y hasta
los mismos pisoteados, perdidos en sus instintos primarios, propicien el seguir
siendo abusados, postergados y vilmente usados.
El voto, la vara mágica que da poder, debe dejar de ser automática. Que todos se tengan que capacitar. Que el solo hecho de haber nacido en un
sitio, no le de derecho para usar ese poder trascendentes para las que no ha
sido capacitado.
Para la libertad, como para cualquier oficio, hay que capacitarse
adecuadamente, para saber vivirla, mantenerla y perfeccionarla. Se nace egoísta, quizás sea parte del
instinto de supervivencia, que hay que modelar para la vida comunitaria.
En el incierto camino de la vida debe haber objetivos claros a
perseguir dentro de la diversidad y las interacciones de todo tipo. La ignorancia, la miseria, no deberían ser caldo
de cultivo propicio de desaprensivos.
No sé cuál será el mejor camino, pero sí se, que el que trillamos
no es bueno, ni el más adecuado. La
historia nos enseña que habilidad, desfachatez, desvergüenza, egos desbordados y falta de objetivo son suficientes
para que pueblos vivan tiempos difíciles, se miren sin buen futuro, se dividan
y hasta se maten entre ellos mismos, siguiendo a demagogos que unas veces son
sanguinarios y otras hablan bonito.