Sin Temor… Ni
Favor…
Como castigo de Dios
“Todo lo que
empieza por servir, acaba por no servir”
Máxima que explica cómo opera la depreciación y el deterioro de las
cosas y las personas.
Dicen que las personas a medida que envejecemos vamos perdiendo
facultades, y puede llegar el momento hasta cuando se pierda completamente la
razón. Dicen que algunas veces se debe a
ciertos patógenos que se van “comiendo” o destruyendo capas cerebrales y esto
libera capacidades que antes no podían manifestarse. Así, un viejo de repente comienza a tocar un
instrumento, a pintar, a carpintear, cuidar jardines, en manifestaciones
extrañas a su anterior comportamiento, casi siempre dirigidas hacia el arte, la
creatividad, la música, y a veces hacia cosas más prosaicas como perseguir
jovencitas y dejarse alivianar la cartera.
Se ha comprobado que estas nuevas facetas, que pueden ser varias, no
duran mucho y que como llegan se marchan, mientras nos seguimos deteriorando.
Hay desgraciadamente otros a quienes se les aumentan los defectos,
la intolerancia, sueltan los gatillos, y se convierten en viejos cascarrabias,
intratables y se deprimen profundamente.
Siempre hemos visto a un Cardenal muy elitista, sin paciencia,
compasión, heredero del espíritu hatero de sus ancestros con todas sus
características tribales, sin pizca de humildad, cuando se supone que habla a
nombre del Maestro que vino a salvar a la humanidad y a convivir con los
pobres, con sus necesidades, a denunciar los abusos, y a decirnos que más
difícil es que un rico entre en el Reino de los Cielos que una gran soga de
barco pase por el agujero de una aguja o un camello por la diminuta puerta de
la muralla llamada aguja.
Es un gran señor de la buena vida.
Ejemplo de ese Catolicismo trasnochado, donde muchos creen y juran erróneamente
que él lo representa, que es el jefe de Iglesia Dominicana.
Cada vez que veo sus continuos desplantes pienso en lo que nos ha
llegado de los Fariseos, de los sacerdotes de la buena vida, a los que la
chusma les hedía. Donde la política
local mundanal, sucia, divisionista e injusta, es mucho más importante que el
Evangelio y la unión de toda una nación en torno a sus valores espirituales
inmortales y a su vida trascendente.
Ha estado claro que el Vaticano había perdido desde hace demasiado
tiempo el rumbo, y que algunos de sus
“príncipes” y malos sacerdotes habían también errado el camino de los
principios y las prédicas.
El Cardenal en Octubre cumple 78 años, le llevo solo un mes, pero
luce que se le han multiplicado los patógenos en el cacumen, pues aun siendo
como era, y aun viendo las actuales directrices del Papa Francisco, SJ, ni se
limita, ni enmienda ni recapacita, todo lo contrario, se muestra como una
persona imprudente, sin amor al prójimo ni a sus correligionarios, promoviendo
cismas públicos y acabando con propios compañeros, y luce que predica contra los
pobres, los desvalidos y sus necesidades, y contra la justicia divina y humana,
de los seres bajo su cuidado. De un rebaño
de almas que deberían ser evangelizados, dirigidos, confesados para que puedan
llegar a la gloria que promete su religión.
No solo los ricos y acomodados tienen derechos divinos, aun el peor
pecador es digno de compasión, no de escarnio por los que equivocadamente se
dicen representantes y enviados de Dios.
Una sentencia de un tribunal de humanos, como ha habido miles
buenas y miles malas en el curso de la historia, tiene que ser motivo de preocupación
y de enfoques diversos, pues de ellas se derivan actos de justicias y de
injusticias, pero un sacerdote, alguien que escogió la carrera del amor al
prójimo, que se negó a sí mismo y renunció a tantas cosas materiales, más si
está en la cúspide del poder y es ejemplo y testimonio ante todos de su Iglesia
milenaria, no puede actuar como los satanizados Fariseos y peor que como actuó
Pilatos, que al cabo éste se lavó las manos y pecó de irresponsable. No está llamado a actuar sectariamente y
escoger ser político parcializado en problemas del momento, faltando a la
caridad cristiana, al sentido de humanidad, olvidando su labor ecuménica por la
que juró y se supone para la que vive. En
tiempos de tanto doctorados y eminencias, hay que dar ejemplos y actuar
reflexivamente, con el corazón.
No le ha bastado con “el castigo de Dios”, como dice el pueblo,
recibido cuando le dijo maricón el Señor Embajador y a los pocos días su Nuncio
salió del closet más amoral, cuando menos como Pederasta, drogadicto y con otro
cura polaco en la fiesta de degradación, violando ambos a niños dominicanos
pobres, hijos pobres, de esos a los que él llamó chusma y que conforman su grey,
y que dicen algunos que él, con total conocimiento y complicidad, sacó a toda
prisa del país, burlando la justicia, la misma que hoy intenta defender como
político y olvidando que su papel es el de sacerdote.
Era como para que hubiera asumido el regaño celestial y se callara
e hiciera penitencia y asumiera castigo, y pienso que una persona en su sano
juicio sí hubiese recapacitado, meditado y dádose golpes de pecho que al cabo
le reactivarían el Timo y le traerían salud.
Pero pasmosamente nuestro Señor Cardenal luce ya haber perdido el
poquito de esas capacidades que una vez quizás tuvo y no entiende la realidad
que lo rodea. Uno no logra entender cómo
llegó hasta donde está, piensa y aboga que es tiempo ya de hospedarlo en
Manresa Loyola, para que igual como se formó con Jesuitas en el Seminario,
termine eventualmente con ellos.
Quizás el tanto daño que le ha causado a la iglesia y ese gran
retroceso que no cede, pueda aun repararse, con la maravillosa labor de tantos
buenos sacerdotes que comen, viven, y duermen donde pueden y con mucha
precariedad, haciendo una labor a imagen del que los inspira.
Monterrey, Méx * luis@arthur.net
* www.luis.arthur.net * www.luisharthur.blogspot.com * 9/II/2014