Sin Temor… Ni
Favor…
Francisco
Para ocupar
cualquier posición de mando, hay que tener una adecuada dosis de mañas, no se
puede ser como un San Francisco de Asís,
pues tendría que irse para el monte a vivir desnudo y solitario entre animales,
que de hecho son más éticos, leales y predecibles que nosotros.
El nuevo Papa tomó el nombre de Francisco y externa una gran mansedumbre,
pero ha podido aguantar un año incólume, que debe de haber sido muy turbulento,
entre aquellos demasiado ilustrados de la jerarquía, donde muchos habían
extraviado el camino y dicen que hasta habían quitado del camino a uno no muy
anterior que quiso hacer reformas. No
hay dudas que el ser jesuita le ha ayudado mucho, pues en esa lucha de poderes
terrenales no se encuentra solo, y tiene la practicidad de una persona que
sabe, que entiende y que piensa.
Quizás no todos son sus admiradores, pero lo cierto es que esa simplicidad de trato, esa forma humilde de
vivir y actuar le ha ganado una enorme popularidad, donde muchos quisieran verlo ahora limpiando el templo con
un látigo, para que el evangelio no sea solo palabra escrita, muestra, para que otros la vivan, sino ejemplo vivo de
enseñanza.
Luce que fue el escogido perfecto, quizás un paria de su clase cardenalicia
para el boato y la vida muelle, un mal ejemplo para tantos que solo fingen,
donde quizás se incluye el nuestro. Una
persona humana, fanático del futbol, que montaba en guagua junto a los humildes,
que compraba su periódico cada mañana, no visitaba palacio nacional, no asistía
a recepciones, ni les aceptaba invitaciones, ni le hacía la corte a los gobernantes,
aunque fuesen vecinos de enfrente. “A Dios
lo que es de Dios y al César lo que es del Cesar”. Que se hacía su comida y vivía frugalmente con
un sacerdote de asistente y amigo, con sus ropas usadas y a veces calzoncillos zurcidos. Que platicaba y platica con cualquiera, llama
por teléfono a amigos y feligreses, y tiene una sonrisa para todos, que no
tiene rango de General ni recibe un sueldo mensual más muchos otros “beneficios”,
que no tenía escolta de altos militares para que lo cuidaran porque no temía a
su gente, sin ser temerario aun en los duros tiempos de la tiranía. Su misión no era política, ni él era
político.
En su papado abandonó el boato, el oro, las joyas, opuestos a la espiritualidad
y a la enseñanza, para ser guía del camino hacia Dios. En el Vaticano no ha usado las habitaciones
papales para no ser un preso del anillo que controlaba a los otros y aislarse
del ritmo de vida de esa gran institución, cuidándose «Porque
el que introduce innovaciones tiene como enemigos a todos los que se
beneficiaban del ordenamiento antiguo, y como tímidos defensores a todos los
que se beneficiarán del nuevo» (Maquiavelo).
Su discurso es claro, lógico, sin temor, sin inflexiones ni adjetivos
insultantes, lo más transparente que puede ser cuando le ha tocado dirigir una
institución tan grande y necesaria con muchos de la cúpula corruptos y en quiebra
moral.
En fin, podemos decir que el último Conclave de Cardenales, quizás
sin pretenderlo, luce que eligió a la persona correcta, al Papa 113. Petrus Romanus, el 112, era el último en la
lista de las profecías de Malaquías o quizás lo será el Papa Negro de
Nostradamus, el Papa Jesuita..
Sto. Domingo, R.D.* luis@arthur.net
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