Sin Temor… Ni
Favor…
El Cardenal
Su Eminencia Reverendísima Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez, acaba de cumplir sus 75 años, fecha en que de acuerdo a la ley canóniga debe presentar renuncia a sus cargos eclesiásticos. Luce que así lo hizo pero no le fue aceptada y lo reconfirmaron por dos años más, según él mismo informó.
De hecho yo soy unos dos meses mayor, y en reciente reunión y
conversación con él, luce estar en muy buena forma y muy saludable.
Como uno de los Obispos de este país, ocupa la sede del
Arzobispado de Santo Domingo, que acaba de cumplir sus 500 años, y en este
momento, como en otras ocasiones, también la Presidencia (rotativa) de la
Conferencia del Arzobispado Dominicano.
Su autoridad no es ni más ni menos que la de cualquier otro Obispo
en su jurisdicción o diócesis, y no es el jefe de la Iglesia Dominicana como lo
cree el vulgo, quizás debido a su carácter fuerte y su Cardenalato, cuya
principal función es la de elegir y ser elegido Papa, cuando la ocasión se
presente por vacante del Solio Papal en Roma.
A pesar de sus muchas virtudes, el Creador le negó la de la
humildad, una de las virtudes cardinales de nuestra religión: "contra la
soberbia humildad", y la soberbia nos hace por lo general hablar más de la
cuenta y valorarnos en demasía, mirando a los demás con orgullo y desdén.
Muchos hemos criticado y visto como un mal ejemplo que en nada
ayuda a su causa, que no se pueda moderar, y que sus opiniones sean, en vez de
religiosas como tanta falta hacen en estos tiempos de disolución moral,
demasiadas veces de corte político, pareciendo otra de las "bocinas"
gubernamentales que tanto nos agobian.
Hoy, leo en "www.7dias.com" sus últimas declaraciones
que a mi juicio son desafortunadas, como tantas otras del mismo corte. Demasiado frecuentes y reiterativas.
Entiendo al igual que muchos, que su verdadera misión es pastoral,
es tratar arduamente de expandir y consolidar la religión Católica, mantener
viva y floreciente la que recibió por la dura labor de tantos que lo
antecedieron, sobre todo en estos tiempos de disolución cuando luce que estamos
perdiendo la batalla, ante tantas otras religiones e iglesias, que le están
minando y conquistando su feligresía, que muchas veces luce medio abandonada y
desorientada. Ante tal panorama de
drástica disminución de porcentajes, no se debe perder tanto tiempo en
cuestiones ajenas a su misión. Primero
es la obligación y luego la devoción.
Entiendo que para una iglesia que propende a la salvación de
almas, nada le importa el sexo, el color, la nacionalidad, la condición
económica, del cuerpo que la contenga.
Entonces me pregunto, ¿a qué se debe que viva selectivamente denigrando
a hijos inocentes de personas, que en sus creencias religiosas y las nuestras
son hijos de Dios?
Todos los hijos nacemos iguales y legítimos, del vientre de una
madre y por el portentoso milagro de la concepción, y si Dios no discrimina al
dotarlos de un alma, qué derecho tenemos sus seguidores en alterar ese
precepto.. Dice un refrán que "no
se puede repicar y decir misa al mismo tiempo". Esas declaraciones son para políticos, no
para señeros líderes religiosos, y hay que dar al "César lo que es del
César, y a Dios lo que es de Dios".
Es difícil imaginar lo a contrapelo en que laboran ciertas Asociaciones
Religiosas y sacerdotes de pobres, teniendo a su superior jerárquico diocesano,
en lo que luce una labor de zapa constante y efectiva.
Pienso que Su Eminencia Reverendísima, debería recapacitar y
moderarse, y mover la palanca y enderezar, pues también su guagua va en
reversa. Debe ser penoso a nuestra edad,
que los que puedan en su momento nos llamen al orden, algo que ya luce urgente.