Sin Temor… Ni
Favor…
Puerto Plata decadente
Fuimos asaltados por lo que se dio en llamar progreso, desarrollo,
despegue, y llegó la invasión de marabuntas y el que no se marchó, se encuevó a
quejarse luego de una sonrisa frustrada.
Muchos se casaron con extranjeros y desplegaron sus alas.
Aquel Ayuntamiento, ejemplo de vida ciudadana y acción efectiva; de hombres probos que participaban
honoríficamente, y prestigiaban y se prestigiaban al sentirse participes del
latir de una pequeña comunidad con historia y orgullo, cayó en manos de viles
políticos sin visión y sin cultura, y todo se convirtió en el caos que hoy conocemos.
Políticos con el cerebro depredado de Carolinas como el parque central, un
caos habitacional, una seguridad
precaria, un descontrol al trato a turistas y tantas cosas más.
Hombres de otros lares, sin raíces profundas en el suelo fértil,
arrasaron con el Cementerio Municipal, historia plasmada del pasado que se
proyecta al futuro. Lo convirtieron en ruinas,
en un arrabal. Las tumbas viejas
desaparecen igual que todos los sitios históricos y señeros. Tantos Héroes de la Restauración y personas
de la historia del pueblo, que sus restos no merecen ni respeto ni devoción. Hace un mes estuve allí, sitio obligado en
cada viaje. Encontré que había desaparecido
el Monumento de los Scherfemberg-Arzeno, como han desparecido los de los Pappaterra,
Del Valle, Kennedy, Imbert, Bentz, Mella, Tesón, Hatchmann, Heroux, por solo
mencionar algunos. Tumbas de dos siglos
son destruidas para vender el terreno, sin que exista en el municipio capacidad
histórica ni de respeto.
Municipio que se quedó sin sus actas históricas, sin libros, sin documentos. Las últimas las encontré hace como 5 años apiladas
en el patiecillo que existía detrás de la Fe en el Porvenir, sacadas por un
síndico mocano sin criterio, apiladas como basura y que la lluvia había hecho
inservibles y solo esperaban el camión de la basura, cuál fue su destino final.
Todo pasa ante
la vista de todos. Nadie protesta más
que quizás por lo bajo, en el seno familiar o de amistades y solo lo hacen los
que tienen criterio, una pequeñita minoría.
Los compueblanos nos hemos convertidos en algo similar a los bueyes que desaparecieron
de los ingenios y de los campos abandonados que son historia, bueyes que solo
servimos para que nos arreen, como el merengue de Rafael Solano, aquellos a
quienes hemos entregado lo que decíamos ser nuestro y tener con orgullo.
Siempre
encontramos y encontraremos a quien o quienes echarle la culpa de nuestros
males, pero la verdad es que nos hemos dejado suplantar por extranjeros, que en
muchos sectores son los que mandan, y de quienes dependemos, por no haber sido
capaces de siquiera mantener comunitariamente lo nuestro con capacidad, voluntad
y eficiencia. Extranjeros que en muchos
casos son aves de paso en busca de comida abundante, no como los que nos
ayudaron a forjarnos en el pasado.
Luce que al
borrar del recuerdo todo aquel que nos dio gloria y razón para sentirnos
orgullosos de ser puertoplateños, hemos caído en ese estado que en que solo las
lamentaciones son el eco posible de nuestras frustraciones.
Una vez
escribí, el 13 Abril 2007, tras una visita a Montecristi, luego de 40 años de
ausencia, sabiendo que ellos se quejaban de falta de progreso y desarrollo, y
pedían turismo, les aconsejé que se miraran en Puerto Plata y que vieran la
bendición de que aun eran objeto.
Puerto Plata
no ha muerto, pero tendremos que volver a trabajar ardua e inteligentemente para
forjar una ciudad vivible, orgullosa como antes, y para ello solo los nativos
pueden lograrlo y son los llamados. Hace
59 años salí de mi pueblo. Aun vive en mí
la Puerto Plata de entonces, aquella a la que tantos bardos y poetas cantaron. La actual, solo es el recuerdo triste de la
que ya se fue. Hasta parte de Isabel de
Torres también quiso irse. Quizás con
mas hoteles y edificios, pero sin la magia y el orgullo que era blasón, fortuna
y ancla de todo Puertoplateño. Es mi
deseo en esta Navidad que así sea.