domingo, diciembre 04, 2011

CONTRA ELLOS MISMOS

 
Sin Temor…  Ni Favor…

Contra ellos mismos

Luis H. Arthur S.

Desde temprana edad, cuando en el país comenzaron a bullir las ideas de Marks, Engels y Lenin, escuchamos aquella frase lapidaria de que los capitalistas, el último capitalista, vendería la soga con que lo van a ahorcar.

Aunque esa frase luzca irracional, la experiencia de tantos años vividos, observando, nos lleva a pensar que Lenin tenía razón, que el afán de lucro cuando se lleva al límite, lo que ahora se nombra capitalismo salvaje, es capaz de cegar y el resultado es que no usamos el cerebro para medir consecuencias, ante el beneficio efímero de un par de pesos.

Lo que el comunismo no dijo ni pudo evitar es que el abuso y el sometimiento pueden tener cualquier nombre, igual que en todas las múltiples formas conocidas de gobierno, desde la monarquía hasta el capitalismo.  Los matices y las variantes dependen exclusivamente del gobernante y los gobernados.

Ahora nos manejamos entre lo que se ha nombrado como la democracia, el gobierno del pueblo de los griegos, donde se supone que el poder y la soberanía reside precisamente en el pueblo, y como sentenció Lincoln: es para el pueblo y por el pueblo.

En teoría luce una maravilla aunque en la realidad sea otra cosa.  Los griegos distinguían quienes eran los que ejercían ese gobierno, y eran los llamados ciudadanos libres quienes votaban para elegir y controlar a los gobernantes.  No se incluían a los esclavos.  La falta de educación y desarrollo personal hoy, a mi juicio, equivale a que las personas no sean libres.  En la “modernidad” el sufragio es universal, y todos son ciudadanos, y a todos se les otorga la posibilidad igualitaria de ejercer el mismo poder de voto, aun estén preparados o no para entender y ejercer las delicadas responsabilidades de los intereses de la comunidad.

La Constitución así lo manda, y se obedece, aunque no se obedezcan muchos de sus otros mandatos que le dan contenido como el de educar, capacitar, dar igual posibilidades, distribuir las riquezas, preservar la vida, la salud, la seguridad, y muchas otras que no convienen, no importa que se reclamen o no.

Hoy vivimos una dicotomía donde el voto no significa el camino para mejor vivir, para buscar el desarrollo nacional colectivo y la felicidad, sino una forma más de que unos, los más vivos y desalmados, convenzan a ciudadanos iletrados y pobremente informados para que les otorguen el poder en las urnas, usando todos los métodos y complicidades legales e ilegales, y que la gran mayoría de éstos, con capacidad mental muy limitada por falta de educación y unas grandes distorsiones mentales, hasta vean en ello una posibilidad de negocio y lo venden, mancillando su derecho en democracia, sin ver que están como decía Lenin, vendiendo la soga con que los ahorcan.

Los países no se hacen grandes solo por sus pueblos, sino por sus buenos dirigentes que saben guiarlos.  Vemos en la antigüedad que imperios como el Romano, el Egipcio o el Persa, y todos los demás, bajo buenos gobiernos florecían y bajo malos se marchitaba y hasta desaparecían, absorbidos por otros como esclavos.

Hoy, a meses de las próximas elecciones, estamos inmersos en el mercado de la compra de conciencias por los que tienen poco que ofrecer en buena lid, la compra de hombres como en mercado de esclavos, hoy llamados votantes, la inmensa mayoría pobres con poca o mínima educación formal, que no tienen capacidad para ver el engaño, razonar que su condición depauperada es consecuencia de que con su voto han inclinado la balanza contra ellos mismos, a favor de sus verdugos, que los mantienen en el circulo perpetuo de la pobreza.  Es que no razonan, no pueden, y no aquilatan que su condición no es casual.  Que con su actitud que ya es casi costumbre, de creer en Santa Claus que les traerá todo lo pedido y ofrecido, y sólo logran hundirse más.

Se les nota hasta contentos yendo al mercado de la ignominia a vender su voto junto con su futuro, a recibir suelditos para conquistar y hundir también a otros, y hasta algunos infelices para rebatir con mentiras y críticas a los que tratan de ayudarlos, sin necesitar ni nunca haber necesitado de gobierno alguno para vivir decorosamente, pues invirtieron par de décadas de sus vidas estudiando para capacitarse y lograr la posibilidad de caer parados en cualquier parte.  Son tan pobres que ni se dan cuenta que en vez de subir, van bajando.  Están tan ciegos que no ven que los engañan, y que los irresponsables que los manejan los usan como masilla maleable para asaltar el poder, y fabricar para ellos un bienestar irresponsable y sobredimensionado.

S. Domingo, R.D.* luis@arthur.net * www.luis.arthur.net * www.luisharthur.blogspot.com * 4/XII/2011