Sin Temor… Ni
Favor…
Embuchado de Mayo
Dado que el sistema digestivo es por donde absorbemos los
alimentos y el agua que como suero y plasma llega a las células todas del
cuerpo y que es necesario para transportar todos los alimentos ya transformados
y minerales que sostienen nuestra vida, se dice que no se puede estar más de
tres dias sin tomar agua, que forma cerca del 70% de nuestra masa corporal, pues
el cuerpo se seca (deshidrata) y viene la muerte.
Cuando tenemos diarrea, no solo se nos va nuestra agua, sino también
nuestros electrolitos, principalmente el potasio, el sodio y el cloro.
Por tanto, en caso de diarrea lo más importante es tomar mucho líquido
para no deshidratarse. Actualmente se
recomienda tomar “suero oral”, que aunque ya venden sobrecitos en la farmacia para
agregárselo al agua hervida, se prepara en casa fácilmente tomando un litro de
agua hervida y añadiéndole el jugo de un limón, 2 cucharadas soperas de azúcar,
una cucharadita de las de café de bicarbonato y media de sal. . Estos componentes
reemplazan los electrolitos que se van con la diarrea y mantienen a las
personas sean niños, jóvenes o viejos, compnesados, hidratadas y ayuda a evitar
muertes, sin necesariamente tener que inyectarles suero glucosado en un centro
médico a alto costo.
En esto de infecciones gastro-intestinales, los niños y los viejos
son más propensos a agravarse e incluso morirse, sobre todo los enfermos y frágiles.
En mis tiempos de niñez y pubertad en mi pueblo se hablaba del ”Embuchado de Mayo”. En ese mes, tras la larga sequía de la
cuaresma llegaban las lluvias copiosas que no solo mojaban la tierra, sino que inundaban
y arrastraban cuanto desechos encontraban, incluido defecaciones de animales y
personas, animales muertos, basuras y bacterias en estado de hibernación, hacia
los ríos y fuentes de agua, y al tomar estas aguas contaminadas, la diarrea se
hacía presente, a veces muy virulenta, colectivamente y siempre habían muertes. Muchos por disentería. Solo existía el medicamento Sulfatiazol, y
las penicilinas y demás antibióticos estaban aún por descubrirse.
En la época era la tradición que si uno estaba atento y tomaba un
vaso de la primera agua de Mayo, ya no
se embucharía, pues se creía que de alguna forma mágica, eso le vacunaría y
salvaría de algo estacionario y normal que no se entendía bien.
La práctica común era que como los acueductos no suplían agua tratada,
(no se disponía del cloro) sino filtrada, y eran pocos, deficientes y
deficitarios como aun los siguen siendo, casi toda familia tenía un aljibe
donde recolectaba el agua de lluvia, que era la que filtrada se tomaba siempre
por seguridad. Después de una sequía
prolongada, y antes de introducir nueva agua de lluvia al aljibe, se
desconectaban los caños recolectores para que un buen aguacero lavara los
techos empolvados y contaminados. Los
sapos y renacuajos que allí se criaban y habitaban en estos depósitos, en vez
de dañarla la mejoraban evitando mosquitos y otros insectos contaminantes. Era responsabilidad de los jefes de familia
mantener la salud familiar con prácticas de higiene.
Después de varios días de buena lluvia, ¡de aquellos torrenciales
aguaceros!, la densidad de las contaminaciones disminuía y las diarreas iban cesando.
El lavado de las manos con jabón de cuaba, cada vez que se venía
de la calle y antes de ingerir cualquier alimento era mandatorio, igual que lavar
las frutas y verduras antes de ingerirlas.
Debido a las inundaciones de algunos pueblos la semana pasada, ha
llegado un brote de diarrea y hasta de cólera en mucha población e incluso muertes,
a mi nada me ha extrañado, pues en ese medio insalubre nací y aunque no lo
crean me crié. Lo penoso es que 70 años después,
la potabilización y clorinación de los tantos cacareados modernos acueductos
sea muy irresponsable por deficiente y esporádica, y la sanidad ante los
desechos, los sépticos, letrinas, basura, contaminación freática, siga como
antes o peor por ser una población mucho mayor y que se cuida menos, y que la
gente, en su dependencia gubernamental y mala instrucción, haya olvidado las
reglas básicas de la salud pública y personal, confiando en los malos gobiernos
que hasta ahora hemos tenido a quienes los muertos pobres no interesan, pues aun
muerto, muchos votan y no cuestan nada…
Sto. Domingo, R.D.* luis@arthur.net
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/IV/2012