Sin Temor… Ni
Favor…
Como pelo de calvo
16 de Agosto,
fecha patria cuando la República Dominicana conmemora el Grito de Capotillo del
1863, dado por patriotas, por los humildes, los descalzos, los rurales, que
convocaba a tomar las armas (machetes, palos, piedras y uno que otro fusil) para
restaurar la independencia que nuevamente había sido enajenada esta vez por un
independentista, quizás la primera espada de la independencia: Pedro Santana,
quien se había adueñado del poder y había negociado con España a través de su
enviado Plenipotenciario, hoy uno de los tres Padres de la Patria: Matías Ramón
Mella y Castillo, el hombre del trabucazo en la Puerta de la Misericordia la
noche del el 27 de Febrero del 1844. Fueron
2 años de guerra y muerte hasta que las tropas españolas, bien armadas,
uniformadas y bien dirigidas, fueron derrotadas y sacadas del país, para
mortificación de muchos hispanófilos que emigraron, aunque otros se quedaron. Crisol de héroes que desde entonces han sido recordados
y venerados por la República y que ayer en su aniversario fueron olvidados. Ninguno de los periódicos recuerda con
interés la fecha patria. El candidato no
le rindió honor a los que con su acción, sufrimientos y vidas le trillaron el
camino de su actual posición, que anhelábamos fuera de decencia y compromiso.
“Vosotros, los humildes, los del montón salidos,
heroicos defensores de nuestra libertad,
que en el desfiladero o en la llanura agreste
cumplisteis la orden brava de vuestro capitán;
Vosotros, que con sangre de vuestras propias venas,
por defender la patria manchasteis la heredad,
hallasteis en la lucha la muerte y el olvido:
la gloria fue, absoluta, de vuestro capitán.
heroicos defensores de nuestra libertad,
que en el desfiladero o en la llanura agreste
cumplisteis la orden brava de vuestro capitán;
Vosotros, que con sangre de vuestras propias venas,
por defender la patria manchasteis la heredad,
hallasteis en la lucha la muerte y el olvido:
la gloria fue, absoluta, de vuestro capitán.
………….
Dormidos
a la sombra del árbol del olvido,
¡quién sabe en dónde el resto de vuestro ser está!
Vosotros, los humildes, los del montón salidos,
sois parias; en la liza, con sangre fecundáis
el árbol de la fama que da las verdes hojas
para adornar la frente de vuestro capitán...”
¡quién sabe en dónde el resto de vuestro ser está!
Vosotros, los humildes, los del montón salidos,
sois parias; en la liza, con sangre fecundáis
el árbol de la fama que da las verdes hojas
para adornar la frente de vuestro capitán...”
(A los Héroes sin Nombre – Federico Bermúdez y Ortega -
1916).
Ayer fue cambio de gobierno, aunque mejor sería decir cambio de algunas
caras, pues cambió el Presidente que entró por derecho, salió Santana, digo,
Leonel, y Danilo se comportó como lo que tantos predijimos. Dejó pasar quizás el momento más estelar en
su vida con más pena que gloria. Los
comentarios de los periódicos y los
articulistas, nos hablan de un discurso auspicioso de hora y media aunque con
lagunas medulares, donde la esperanza recibió un soplidito de nueva vida, que
fue apagado tres y media horas después cuando salieron los nombramientos de los
nuevos Ministros y altos funcionarios, cuando lo que quedó claro fue que su estructura
era el típico bla, bla, bla. Su
develación fue similar a otro azaroso apagón de las Edes que Celso ni ve ni
quiere ver…
El gobierno en su cúpula solo se renovó en un 35%, como para
matemáticamente igualar el supuesto 70’% de preferencia con que Leonel dice haber
terminado su mandato, asignándole igual cuota de poder visible y dinámica. Sumando a este porcentaje, las Cámaras
Legislativas, Altas Cortes, muchos otros de los determinantes del poder
político, luce que el poder y movilidad de Danilo como presidente ya
consolidado, cuando acabe sus nombramientos de las categorías inferiores, del
cuerpo diplomático, con una vice como azogue y robando cámara, no pasará del 5%
al 10%. Hasta ahora se perfila solo como
un presidente más para abonar la larga lista de ineficaces aves de paso de
nuestro acervo político, donde se refleja entre unos y otros la misma
disparidad de duración que en el reparto de siempre de la riqueza nacional.
Vivimos tiempos revividos del costal de los ciclos de nuestros azares, donde desde el mismo
origen se cambiaron sueños de nación, independencia, bienestar y progreso, por
traiciones, dictaduras, por ambiciones que lograron la expulsión del Padre de
la Patria, quien más clarividente que nosotros comprendió rápidamente y le
advirtió a un sobrino que vino de Venezuela y ni desembarcar le dejaron, que
los habitantes de este país éramos unos ingratos… Eso en boca del indiscutible Padre y Mentor
de la Patria, quien no volvió y no incidió nunca en la política vernácula, quien
vivió humildemente de maestro rural al borde de la selva amazónica, con su
familia haciendo y vendiendo velas, para poder mal subsistir pues habían dado
toda su hacienda personal y familiar a la Patria. Murió tan anónimamente, tan desconocido como
lo es ahora para más de la mitad de los dominicanos, como se muestra en cada
una de las encuestas periodísticas de cada 27 de Febrero. Sus restos, fueron traídos al país para
gloria de los políticos de turno, contrariando posiblemente su voluntad
expresada y ratificada por su actitud de vida, pues quería descansar tranquilo,
anónimo, humilde, en paz, lejos de la ingratitud de un pueblo indolente, que
disfruta tanto vivir en libertad como en dictadura y en todas sus medias
tintas. Que se acomoda, y siendo este su
tendón de Aquiles, algunos maloras se aprovechan de él, nunca se satisfacen y
Duarte es el comodín demagógico.
La fecha lucía propicia para reivindicar, para engrandecer y
engrandecerse, para revivir la moribunda esperanza de este pueblo. Hasta ahora fue desperdiciada con un equipo
que sólo podrá darnos “más de lo mismo”.
Hay que recordar que nadie puede dar lo que no tiene y la corrupción no
la combaten los corruptos
No importó el origen humilde del sur profundo del Señor Presidente. No importaron las vivencias de la vida rural
llena de necesidades personales y comunitarias.
No importó nada. Fue andullado. Se dejó andullar. Le infiltraron hasta el tuétano de miedos,
temores y órdenes. En su discurso, en sus
planes, no ofertaron promesas de erradicación de la corrupción rampante del
gobierno anterior, el cáncer del narcotráfico, el lavado de dinero, la deuda
pública desbordada, el déficit presupuestal grosero heredado para comprar su
presidencia entre otras cosas ilegales. Nada dijo del reclamado rendimiento de cuentas
y los debidos castigos e incautaciones… Y para probar y dejar bien claro que
nada se haría confirmó en sus posiciones relevantes a los mismos corruptos.
Aun contra el decir de Stefan Zweig, que los momentos estelares,
como pelos de calvo, aparecen solo una vez y nunca más regresan, esperemos. Nada más eso podemos hacer en estos momentos. Esperemos, con el deseo de que la esperanza
no muera, cuando el pueblo sepa exigir, y su hambre intelectual y alimenticia
no sea la materia prima preferida de estos políticos providenciales y egoístas…