Sin Temor… Ni
Favor…
De sueños a realidad
Luis H. Arthur S.
A veces los
comienzos llenan toda la vida, sin que te detengas a pensar sobre su
racionalidad y validez. Son quizás casos
fortuitos del azar en que nos desarrollamos.
Aunque fuimos el ombligo del “descubrimiento” publicitado y
reconocido, de nuevas tierras y pueblos, algunos muy desarrollados, quizás más
que el de los descubridores, y ciertamente más sanos, como ombligo al fin
fuimos cortados, quedando solo un remate arrugado que recuerda hoy el conducto
vital de nuestra alimentación en el útero materno y de las maravillosas células
madres, que en su infinita sabiduría nos construyeron en la diversidad que hoy
somos.
Perdido en nuestra anatomía se encuentra ese punto que nos pasa
inadvertido y que pensamos que para nada sirve, quizás solo como punto y aparte
de nuestro ser.
En comparación, nosotros, como pueblo, que fuimos conducto de las
células madres con que se conquistó América, nos hemos quedado siendo un
remiendo en medio de la nada.
Hoy se le da mucha importancia a éstas células, y hasta se habla
que son las responsables de que podamos regenerar órganos, huesos, cartílagos,
tejidos, y en la creencia de que nuestro cuerpo al nacer, crecer y ser adultos
ya no las necesita y se han eliminado, existe un movimiento para los que pueden
pagarlo, donde conserva congelado y preservado el conducto umbilical de niños
de padres pudientes, para que cuando sean mayores o viejos, puedan usarlo como
medicina para reconstruir y remodelar su estructura anatómica, como se remodela
una casa vieja o colonial, para devolverle su esplendor original o se recaucha
una llanta.
Otros dicen que en nuestro cuerpo aun tenemos, a cualquier edad,
una gran cantidad de ellas y que adecuadamente estimuladas pueden hacer su
trabajo original y devolvernos la salud reconstruyendo nuestras partes
averiadas y funciones afectadas.
En fin, que la medicina avanza en manos de investigadores
calificados, que en la generalidad encuentran tantos escollos y falta de
financiamiento, que a veces abandonan su trabajo sin concluirlo, o
convenientemente se pierden en las páginas amarillas de alguna revista, y solo
algunos van abriéndose paso hasta convertirse en nuevos paradigmas. Podría pensarse que es la forma de selección
natural y que solo prosperaran las verdaderamente buenas, pero en estos tiempos
en que la economía manda, muchas zancadillas se manifiestan por puro interés
pecuniario.
Solo como recuerdo de artículos anteriores, traigo a colación al
Dr. Rymond Rife, quien fue aclamado por haber establecido la teoría, hoy
ampliamente comprobada, que todo en la naturaleza tiene una frecuencia de
resonancia asociada. Así también los
órganos, los patógenos, del cuerpo animal y humano, tienen la suya. Creó equipos que generaban frecuencia y curó,
reventando los patógenos con sus frecuencias propias de resonancia, todos los
casos de cáncer en pacientes desahuciados que la Clínica Mayo le suministró y
supervisó, eso por los primeros años del 1930, auspiciados por la Sociedad
Medica del los EE.UU. Banquetes,
titulares, fama, hasta que cayeron en la realidad de que el negocio médico y de medicamentos iba a ser muy
afectado. Entonces lo combatieron, desmintieron,
le compraron colaboradores, los que no se vendieron sufrieron “accidentes
mortales”, le quemaron su casa y laboratorio con todos sus expedientes,
destruyeron sus equipos, microscopios y generadores de frecuencia y prohibieron
en ese país hasta la fecha el tratamiento de la salud con frecuencia Rife. Tanto él como la Dra. Hulda Clark que años
después comenzó a trabajar sobre lo mismo, salvaron su vida al emigrar a
México, más rápido que de carrera.
Al Dr. Richard Boeringmayer, quien descubrió que podía detectar
con un imán y la respuesta kinesiológica del cuerpo el estado acido o alcalino
de los órganos, sin tener que hacer dolorosas y peligrosas punciones, y que
podía equilibrar el pH perdido de esos puntos con un imán externo, sin uso de
medicamentos, aun lo están buscando... Simplemente se evaporó o lo evaporaron.
El Dr. Goiz ha salvado la vida de él y su familia en México quizás
milagrosamente, pues ese país tan tolerante con extranjeros, con un paisano
meritorísimo, ha sido extremadamente duro, pero su descubrimiento es de tal
magnitud, que 25 años después se ha extendido a todos los continentes y la
oposición en México empieza a ceder. El
sana no con uno, sino con dos imanes pues descubrió que siempre que se genera
un punto acido se crea otro alcalino relacionado, y con ellos se pueden curar
sino todas, casi todas las enfermedades.
Así de simple. Sin
punciones. Sin medicamentos. He ahí el pecado mortal del descubrimiento.
Hoy leo que
Israel dice tener nuevo metodología para la medicina y que los quirófanos habrá
que rehacerlos totalmente, sin bisturí, pues ya no será necesario ser invasivo
del cuerpo humano, debido a que, sin decir cómo, nos hablan de energía,
ultrasonido, equipos electrónicos que dirigen la energía a los sitios afectados
que sanan. En otras palabras, la visión
antigua y aun defendida y enseñada por las universidades del mundo, está
llegando a su fin, y son ingenieros de alta tecnología y visión los que
comienzan a liderar la salud nueva.
También allí
esta tecnología ha encontrado muchas dificultades según confiesa el diseñador,
el soñador como él se llama.
Para concluir con el principio de esta entrega, parece ser que aun
tenemos suficientes células madres en el cuerpo y aunque todavía en
experimentación, hay una forma de incentivarlas y activarlas con imanes. De poderse comprobar y sistematizar esto,
también tendremos en la mano no solo la eliminación de todos los patógenos
conocidos, que producen todas las enfermedades que nos afectan con el Par
Biomagnético o Bioenergético, sino también la reconstrucción de partes de
nuestro cuerpo severamente afectadas, usando el
PAR GEN.
Monterrey, Méx. * luis@arthur.net
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30/VI/2013