Sin Temor… Ni
Favor…
A puros tropezones
Luis H. Arthur S.
Hace unos 3 días veía un programa en la TV sobre una pareja de
novios que se fueron de vacaciones creo que a Sudamérica, y el joven posterior
a una incursión por sitios cenagosos comenzó a sufrir una alteración en la piel
empezando en la cara, con enrojecimiento y picazón. Como era una molestia soportable prefirió
esperar a regresar en unos días a los EE.UU. para ir al médico, pues para los turistas
los locales no gozaban a su buen criterio de capacidad. Así lo hizo unos pocos días después, cuando ya
tenía una gran mancha roja supurante en la mejilla derecha y alguna
fiebre. Su padecer se prolongó por meses,
en un periplo de médicos, hospitales, internamientos y medicamentos, y solo conseguía
que la mancha de la mejilla supurara cada vez más, se agrandara destruyendo
tejidos, doliera y amenazara con dejar una cicatriz de por vida en su joven rostro. Era como vulgarmente aquí llamamos un ráspano
infectado. Aquello siguió avanzando y comenzó
a afectarle todo el cuerpo con puntos rojos y el médico le diagnosticó rotura
de vasos capilares por uno de los medicamentos... Luego eran bolitas como barritos. Su salud se deterioraba, no podía trabajar y le salían esas manchas y pelotas ahora por
todo el cuerpo, sin poder tener ni un diagnóstico ni una cura. Demás está decir como estaba el ánimo del
joven y de su novia, cuando ya él pensaba que iba a morir. Al fin fue turnado a una doctora quien le
hizo un interrogatorio más cabal y se le prendió un LED en el cerebro, le mandó
a hacer nuevos análisis, que como todos
solo buscan lo que el médico pide y nada más, esta vez sospechando de que podía
ser Leishmanía, un parásito
trasmitido por la picadura de una mosca que habita sitios insalubres, (“El agente se transmite al
humano y a otros animales a través de la picadura de hembras de los flebotomos,
un grupo de insectos chupadores de sangre pertenecientes a los géneros Phlebotomus del Viejo Mundo, (Europa, África y Asia)
y LutzomyianAmérica, de la familia Psychodidae.1 En Colombia,
en ciertas regiones, este tipo de insectos es más conocido como palomilla. En las zonas tropicales de Ecuador se lo conoce como
"arenillas" (tomado de Wikipedia),
y semana y pico después, cuando estuvo listo el
cultivo pedido, se pudo al fin confirmar un diagnóstico y la presencia de tal
parásito. Fue internado en el hospital,
se le hizo una punción en el corazón a ver si el parasito ya lo había invadido
y alterado sus válvulas, lo que le causaría la muerte, por suerte no, y tratado
con el medicamente correcto y también por sonda directamente al corazón, al fin
puedo recobrar su salud, aunque nunca su tez tersa.
He visto varios condensados televisivos, de personas que en viajes
por África, Lago Victoria, por Asia, y demás se contagian de parásitos extraños
y pasan un trabajo inmenso para ser bien diagnosticados y no morir, suerte que
otros no tienen, amén de un gasto excesivo.
Me pregunto, como es posible que a esta altura de la medicina, en
el país más rico del mundo, no haya forma de diagnóstico rápido, efectivo y sistemático. Contando con tantos equipos caros y sofisticados
aun no pueden ser usados para no tener que seguir adivinando y diagnosticando a
puros tropezones.
Que aquí en este paisaje nos muramos de dengue, de malaria y de
cualquier cosa, no es nada raro, pues cuando los médicos además de las mismas
limitaciones no están de huelgas, están en su estado normal en hospitales
públicos de brazos caídos. Unas veces
los laboratorios tienen reactivos, otras ni eso, ni dinero, y los enfermos se
manejan como lote que si el médico privado que todos tenemos dentro no los
salva, nos muriéramos de todas maneras.
Este médico nuestro que surgió como resultado necesario de la evolución
humana que unos dicen es de 3,000 millones de años desde que fuimos unas
poquitas bacterias luchando contra el medio.
Y lo peor es que nos hemos acostumbrado a ello. Cuando enfermamos y tenemos dinero, el dicho
popular es tomate una aspirina y vete fuera, agarra un avión y vete a donde
cobran mucho, pero que tampoco tienen mecanismos y métodos efectivos de diagnóstico
que no sea la simple adivinación. Claro,
te hacen una batería cara de todos los estudios habidos y por haber, quizás esperando
tocar la flauta por casualidad, pero nada distinto al enfrentamiento con médicos
nuestros de hace 75 años en sitios rurales, hasta recién graduados, solos y con
poca experiencia, tenían que enfrentarse tratando de adivinar qué tenía un
enfermo, con lo que pasaba el tiempo suficiente para que muchas enfermedades se
curaran solas.
Pienso como sería la técnica del los Pares Magnéticos en manos de buenos médicos, como armamento
efectivo y preciso para en minutos hacer diagnósticos y curas increíbles, que
parecen milagrosas con simplemente dos imanes baratos.
Esta técnica acaba de cumplir el 10 de Octubre sus primeros 25
años y ya se abre paso decidido hacia la salud integral, y algunas pocas
universidades de segundo y tercer nivel tímidamente le van abriendo camino a lo
que necesariamente será la Medicina del Futuro, ante la evidencia de que diagnostica
en minutos, certeramente, sin tener que adivinar, que es preventiva, pues detecta
también mata los patógenos que aun no nos hacen daño, y su gran pecado ha sido
que cura sin medicamentos, no es invasiva y no tiene efectos secundarios, esto
es, si no hace bien, no hace ningún mal, además también para problemas de la
mente y en el nivel bioenergético novedoso, terapeutas avanzados la trabajan para
curas a distancia, por eso se le ha querido cerrar el paso, pero como he dicho
antes y muchos otros antes, a la ciencia no se le puede detener perennemente, ni
retrasarla por intereses económicos y criterios cerrados, y 25 años
precisamente es el tiempo estadístico que tarda un descubrimiento en llegar al público.