Sin Temor… Ni Favor…
Mi Puerto Plata II
Luis H. Arthur S.
Ese olor a mar, a ron, a cacao, a copra secándose al sol, a madera aserrada, y el canto de tantas aves, ciguas carpinteros, ruiseñores…
El reloj dando la hora, la media hora y los cuartos. El sonido musical de los pianos caseros. El maroteo por donde quiera, las grosellas del patio de Pablo el cochero, los nísperos de Don Bubul, los cajuilitos de las Pierret, los mangos de todas partes, las parchas, cocos, cerezas y ciruelas, los caimitos y las uvas de playa del patio de mi abuela y tías, forman mi Puerto Plata, la actual, no le llega ni a los tobillos. Esa es mía y sólo vive en mí y no es igual a la de nadie más, a lo más similar.
Mientras el país era sometido a control férreo y falta de libertad, yo la tenía toda. No había miedo en ir a ninguna parte, subir a Isabel de Torres, ir a tantas playas, marotear, conocer, dar serenatas, nadie nos hacía daño, no nos secuestraban ni nos violaban, la seguridad era plena y completa, y la disfrutábamos.
Subía a la Sabana, por San Marcos y la cuesta de la cremallera, iba a la recta de Mr. Hans, a aquellos palmares interminables que hoy es Playa Dorada, seguía a Boca Nueva, Montellano, y hasta nos aventurábamos a Sosua y la cuesta de Colula.
Siempre recuerdo los atardeceres hermosos que teñían de oro el cielo. Y las imponentes tormentas de rayos y truenos.
Y a tantos vecinos que ya se han ido aunque al caminar ahora por las calles de antaño voy recordando a cada uno de ellos, como si aun existieran, como si aun fueran parte del Puerto Plata de hoy, pero no, sólo viven en mi Puerto Plata, donde habitarán mientras yo viva y tenga recuerdos.
Los pueblos mutan, casas desaparecen, nuevas la sustituyen; arboles son talados; mangales, cocales y sitios de jugar, son ocupados hoy por edificios y urbanizaciones. Hay nuevos desarrollos y la ciudad se expande. Los ríos que me parecían caudalosos, hoy son hilos sucios de agua llenos de basura. Hasta las Carolinas del Parque Central fueron vilmente asesinadas.
El Puerto Plata de hoy es tan distinto a mi Puerto Plata, pero es el pueblo de tantos que un día lo recordarán e idealizaran como yo lo hago ahora con aquel pueblo que se ha ido, y será para ellos como un ancla en sus vidas, y al igual que yo, sentirán que esa ancla les ofrece seguridad emocional en este vida tan llena de avatares.
S. Domingo, R. D. * luis@arthur.net * www.luis.arthur.net * www.luisharthur.blogspot.com * 2\II\2009