Sin Temor… Ni Favor…
Mi Puerto Plata I
Luis H. Arthur S.
Ningún pueblo siempre es el mismo, no es único que mágicamente existe en la mente de todo el que lo recuerda, y para cada uno es distinto. Cada pueblo son muchos pueblos. Cambiantes, mutantes, distintamente percibidos. Según la época en que lo conociste, el medio en que te moviste, las personas que conociste y trataste, los paisajes que disfrutaste, las calles que caminaste, los sonidos, olores y sabores, guardas un recuerdo que no necesariamente coincide con los recuerdos que otros atesoran.
Mi Puerto Plata, aquel pueblito que dejé en 1953, a donde luego volvía cada vez menos hasta que me ganó la ausencia, no es el mismo que ahora veo. El mar que llegaba hasta la calle La Marina, donde se caminaba por una calzada de tablitas abierta con el mar batiente a los pies. El silbato y el sonido de las locomotoras y sus vagones, el de los barcos al entrar y salir del puerto, el golpeteo de las carretas, los mulos y las maldiciones de los carreteros, el repicar de las campanas de la iglesia mayor, el rodar de los coches y sus caballos y el tronar de los fuetes, las campanadas del vigía anunciando barco a la vista, el faro con sus luz intermitente, el olor a yodo de la suave brisa marina y el perenne cantar del mar más claro en las noches, siempre tranquilas, estrelladas y silenciosas. La lluvia abundante. La verde montaña sin desgarraduras, el sabor de las aguas del violón y el violoncito. Las empanadas, los pastelitos, los dulces de coco, los platos de harina ante la pobreza colectiva. Los locrios de gallina que saboreábamos los domingos, los huevos de verdad de gallinas de patio.
El salobre del agua de mar que a veces nos hacía burbuja en la garganta y no nos permitía respirar, el calor de la arena al mediodía, el sonido de los remos al pasear en yola o el ritmo necesario al mover un bote con uno sólo remo trasero.
Los amigos, niños o adolescentes, que se hicieron viejos y quedan cada vez menos.
Los bailes del Club de Comercio, La Fe y luego el Tennis Club. Los juegos de volibol, basquetbol en el Deportivo de Viejo Boy y Malayo. La banda de música de Manolito Plá, la escuela de pintura de Rafaelito Arzeno, las Farmacias de Zafra, los Plá, Luis José Dubús, Don Heriberto Herrera y la Pilón, aquellos frascos lucidos en estantes con especias, las balanzas.
S. Domingo, R. D. * luis@arthur.net * http://www.luis.arthur.net/ * http://www.luisharthur.blogspot.com/ * 1\II\2009