NUEVO PEGASO
Por: Luis H. Arthur S. www.luislarthur.net www.luisharthur.blogspot.com 22 Enero 2007
Si nuestros dirigentes tuviesen oídos para el pueblo, podrían oír las cosas que se dicen, las que mortifican y preocupan, las que duelen y laceran.
Pero no, dentro de su burbuja rosa, sólo escuchan a su anillo y a sus ambiciones, y aislados de la realidad quieren creen tantas mentiras.
Hipólito fue enfrentado en una misa en Gurabo, su pueblo, por un sacerdote que como diría la gente, le cantó el manicero. No sólo no le hizo caso, sino que casi crucificaron a dicho sacerdote.
El día primero en el Estadio Olímpico los líderes evangélicos tronaron. Ayer, el Obispo de Higüey, en la Basílica dedicada a la Virgen de La Altagracia, le enumeró al Presidente que habla bonito y su comitiva las lacras que está enfrentando el país en su gestión y la postergación en que se encuentra la provincia que más dinero produce en turismo.
Son noticias penosas que nadie quisiera escuchar, pero que ante un abandono tan evidente de sus responsabilidades y una falta tan notoria de iniciativas, que no sean los aprestos e inquietudes de la reelección, nos están trayendo estos vientos, que con la reconciliación y unión táctica entre los que “mandan” en este país, nos recetan una huelga del transporte, que luce ir tras ulteriores objetivos políticos (chavismo?), y buscan ventajas derivadas del irrespeto a la ley.
Mientras esto sucede, los voceros de la reelección cacarean las grandes dotes del mandatario actual y la necesidad de mantenerlo en el poder. Uno tiene que suponer que es para recibir más del mismo chocolate que nos están recetando.
En la antigua mitología griega, los cantos de sirenas hacían que los marinos se perdieran con sus naves, arrullados e hipnotizados.
Las actuales sirenas ni tienen cola de pescado, ni son tan bellas como las de entonces. Se han convertido al capitalismo rampante que es su leiv motiv, pero siguen cantando sus melodías en los oídos propicios, de aquellos que teniendo la posibilidad de colocarse algodones para no oír, se sienten elevados a las alturas del olimpo y haciéndose dioses divinos.
El último ejemplo, el del Pegaso volador, como en la mitología quemó sus alas con el sol y cayó a tierra destrozándose.
La pena es que el actual al destrozar su nave con las rocas, también nos destrozará.
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