domingo, febrero 04, 2007

UNA LUZ EN EL CAMINO

UNA LUZ EN EL CAMINO


Por: Luis H. Arthur S. www.luis.artghur.net www.luiharthu.blogspot.com 4 Febrero 2007

Dicen que nunca es más negra la noche que cuando va a amanecer. En esas noches oscuras, sin luna ni estrellas, una pequeña luz a la distancia, es como un hálito de esperanza que anima el espíritu y hace que renazca de ese pesimismo que lo embarga todo.

Vuelve uno a creer que Dios no nos ha olvidado y que sólo nos ha mandado pruebas supremas para fortalecer nuestra templanza y para que aprendamos a escoger buenos caminos. A no seguir falsos profetas ni ídolos con pies de barro. Demagogos que sólo buscan su gloria personal a costa de mantenernos pobres e ignaros.

Esa tenue luz puede convertirse en astro resplandeciente o puede apagarse como fuego fatuo. Igual que una simiente que brota tierna y frágil en tierra árida, puede secarse o bien cuidada, convierte en un árbol frondoso, cuyos frutos nos traigan bienestar y felicidad.

Como “un viento suave y apacible”; “un halito, aliento, soplo”; “un favor, aplauso aceptación general”; “un halo que algunos perciben alrededor de un cuerpo”, así define “Aura” el diccionario de la Real Academia y “Celeste” como “perteneciente o relativo al cielo”; “azul celeste”.

Nombres que lleva una señora muy señora, de hablar pausado, de finos modales, de convicciones firmes, de juicio equilibrado que con su aparente debilidad de mujer frágil, ha puesto en jaque a herederos de desordenes quienes lucen querer perpetuarlos en su provecho, con cuya acción y reacción se han exhibido, han perdido credibilidad y honorabilidad, han demostrado que tienen muy poca sensibilidad social y patriotismo. Para algunos de ellos, la renuncia es el único camino de retorno a una dignidad en franco deterioro.

Para los dominicanos, ella es ese rayo de luz en la negra noche. Esa tabla que flota cerca del naufragio, esa simiente que brota en el páramo infecundo.

Es nuestro deber cuidarla, regarla, protegerla, para ver si una dama, esa dama que viene trillando caminos de decoro, al fin nos puede traer felicidad, dignidad y honestidad ante tantos hombres deshonestos, ambiciosos y fracasados.

Los ventarrones se ensañarán contra los “suaves vientos”. Ya lo han hecho. Quisieran transformarlos en destructores igual que ellos. Hasta ahora no lo han conseguido. Hay que esperar tormentas y rayos. Tenemos que ayudarla.

luis@arthur.net