Sin Temor… Ni Favor…
Milagro Mercedario
Luis H. Arthur S.
De tanto recordar sueños tuve una pesadilla. Erase un pueblo de nuestro sur caracterizado por su apego al trabajo y por sus mangos dulces como la miel, donde la gente sembraba hielo y muchas cosas más y eran devotos de la Virgen de Regla. Un día llegaron hombres malos, muy malos, con mucho dinero y compraron protección e impunidad y por dinero unos y temor otros, aquel pueblo trabajador y honesto se había convertido en un lugar de droga y crimen. 100 puestos de droga, cada uno con peaje de $20,000. $2 millones diarios. Era mucho dinero. De repente ¡escándalo! 7 muertos y droga desaparecida. Muchos se quejaban por lo bajo y como siempre, uno, asumiendo gran riesgo de vida para él y sus familiares, denunció públicamente los que venía pasando, y declaró que desde mucho tiempo atrás había estado llevando documentos al Consultor Jurídico, al Secretario de Interior y Policía, al Procurador General, a la Secretario de las Fuerzas Armadas, a la Policía, DNI, DNCD, Cámaras Legislativas, etc., y que nadie hizo caso. Daba nombres de supuestas autoridades involucradas. A nadie le importó y nada hicieron. Y eso que él no era un cualquiera, sino un Senador de la República, con varios periodos en dicho cargo, fundador del partido en el gobierno. A esta altura de la pesadilla, la boca me sabia ácida, pues surgían una serie de conjeturas irracionales, de preguntas, de inquietante pensar que había compromisos, que el dinero había alcanzado y había complicidad. El Presidente creó una “Comisión”, otra que sustituye y prolonga, cuyo informe descargó a los señalados por el Senador, quien, como consecuencia, salió demandado y con precio por su cabeza blanca.
Mi sueño se hizo más placentero cuando al Senador lo internaron en el 28 por alucinador, la Comisión declaró que esos 7 muertos cerca de Paya eran miembro de una secta religiosa extremista y se habían suicidados colectivamente y sólo un octavo sobrevivió mal del coco. Que nunca existió droga, ni tumbe, ni puestos, ni lanchas, ni complicidades. Desperté bruscamente y esboce una sonrisa de satisfacción, ¡era un sueño! ¡Qué bueno que Baní sigue siendo Bani con sus dulces de Paya!
S. Domingo, R. D. * luis@arthur.net * http://www.luis.arthur.net/ * http://www.luisharthur.blogspot.com/ * 23\IX\2008RO MERCEDARIO