Sin Temor… Ni Favor…
Fujimori
Luis H. Arthur S.
Fue una esperanza de su pueblo contra la corrupción de los partidos políticos, y de la docencia saltó a la vida nacional; su crecimiento político fue explosivo y abrumador y ganó la presidencia de Perú, contra Vargas Llosa, a quien se le acusa de plagiario de la “Fiesta del Chivo”, que se creyó predestinado, e intolerante ante su derrota hasta cambió de nacionalidad.
De origen japonés, con mentalidad oriental de trabajo y disciplina, al menos eso se creía. Gobernó y su ambición le llevó a reelegirse y como muchos presidentes se creyó heredero del poder divino y único capaz de hacer las cosas bien a su modo.
Enfrentó una dura guerrilla y en el proceso luce que perdió el norte y el valor a la vida ajena y los bienes de los peruanos y eventualmente perdió las elecciones.
Perseguido huyó a su natal Japón quien le dio, nacionalidad refugio y protección. Fue un presidente extranjero.
Allá quiso ser diputado y perdió, y no conforme con su vida fastuosa, pues el dinero no le daba la felicidad que parece que da el poder que desquicia, se quiso dejar llevar de los que le aseguraban que si se postulaba nuevamente en Perú, iba a barrer en las próximas elecciones presidenciales, y quiso creer. Viajó a Chile como Peruano desdeñando su refugio de oro. Al aterrizar su avión en Santiago empezaron sus pesadillas. Apresado por el pedimento internacional que Perú había elevado contra el prófugo, quiso hacer valer sus influencias y su supuesto prestigio, pero eventualmente un Juez lo extraditó. En Perú el juicio duró muchos años. Su salud se deterioró real y posiblemente fingida, pues los presidentes maleantes han demostrado ser tan cobardes, que hasta de mujer se disfrazan para tratar de evadir la Justicia.
Pero la justicia Peruana “molió lento y molió bien” y hoy recibimos la notica de su condena a 25 años de prisión.
Nadie debe alegrarse de la desgracia ajena, pero sí de que en el mundo se haga justicia y se vaya separando las manzanas malas de las buenas. Que los todopoderosos, cuya ambición no tiene límites y anhelan el poder total, que engañan a sus pueblos y se olvidan de su misión trascendente de ser como buen padre, sean apartados de la sociedad y sirvan de ejemplo para que se vea que nadie está por siempre por encima de la ley.
S. Domingo, R. D. * luis@arthur.net * www.luis.arthur.net * www.luisharthur.blogspot.com * 7\IV\2009