Sin Temor… Ni Favor…
Rally Frontera II
Luis H. Arthur S.
Pasado el mediodía salimos de Loma de Cabrera detrás del carro 1 y 2 que eran los guías aunque nos había tocado el 131 y enfilamos rumbo a la Carretera Internacional. Habían dos caminos, el normal por donde se transitaba generalmente y un trillo infernal entre la sierra con muchas bifurcaciones por las que podía uno extraviarse en esas lomas cubiertas de pino, y un rio que había que cruzar con cerca de un metro de agua y terreno arenoso a la salida. En medio de él se quedó una yepetita pequeña, y como el acceso y salida son muy restringidos, a sólo un vehículo y en curvas pronunciadas, donde el que pasaba subía e inmediatamente desaparecía, éste taponó el camino y ocasionó dos horas de retraso a la enorme fila que lo seguía y poco podía hacerse, excepto empujar y desesperarse.
Fue penoso ver una cantidad de troncos de pino cortados, algunos que no pasaban de 15 cm de diámetro, en un desmonte criminal, seguramente de algún político o militar, que estaban al borde del camino esperando ser transportados.
Tras ese viacrucis que los locos del volante disfrutamos mucho, llegamos al polvoriento camino que llaman Carretera Internacional. Duro contraste, es zona desertificada, de tierra suelta, con ausencia de arboles a ambos lados, aunque hacia el Dominicano se podían apreciar un lejano verdor. El lado Haitiano está poblado de casas diseminadas, y a nuestro paso los niños y hasta las madres se lanzaban al camino, saliendo de quien sabe dónde, mal vestidos o desnudos, con la panza hinchada por el hambre y los parásitos, sus manos extendidas pidiendo, suplicando por comida.
Creo que a todos se nos apretó el pecho y se nos salieron algunas lágrimas furtivas. Aquello parece África, Viafra.
No les importaba la nube de polvo que ocultaba la visión en este largo discurrir de tantos vehículos saltando como cabras.
Parte del camino discurre por territorio Haitiano y parte por el nuestro que está deshabitado a no ser por unas cuantas fortalezas donde militares que se suponen son los centinelas de la frontera, malviven, quizás con poca menos precariedad que sus únicos vecinos haitianos.
El Rio Artibonito discurre entre los cañones montañosos unos 200 m por debajo del camino, que se mantiene a una cota de unos 500 m
S. Domingo, R. D. * luis@arthur.net * www.luis.arthur.net * www.luisharthur.blogspot.com * 20\IV\2009