Sin Temor… Ni Favor…
Cementerios
Luis H. Arthur S.
En genealogía los cementerios son una fuente inagotable de información, donde las lápidas de las tumbas, nos hablan de nombres, fechas y parentelas.
He pasado quizás demasiados horas en tantos cementerios aquí y fuera, buscando confirmar datos que se reciben oralmente. Llega uno a ser como parte normal de esos sitios, donde quizás algunos nos confundan con muertos vivos y muchos se rían de que en vez de estar en la playa u otros sitios, vamos a la ciudad de los muertos quizás para acostumbrarnos a la idea que un día, que será pronto, ahí moraremos por siempre jamás.
Lo penoso del caso es ser testigo del deterioro, el saqueo, la abulia y el despojo a que están sometidos nuestros campos santos. Empezando por el que más conozco, el de mi pueblo, donde están enterrados mis padres, abuelos, bisabuelas, tíos, en fin, todo mi parentela y donde un día pensaba yo también descansar, pero aquel, similar a todos, cada nueva visita es una daga clavada en el corazón de la memoria histórica del pueblo, pues tumbas desaparecen, se intercalan otras en imposibles lugares donde el entrar un ataúd es una maniobra a veces imposible; donde unos llamados sindicatos, creen ser sus dueños y hasta te amedrentan y golpean si quieres arreglar o pintar una tumba y no los usas a ellos que tiene el monopolio. Donde todo es robado, y utilizan los panteones para dormir, tener relaciones y para brujerías, y hasta el Cabildo vende y revende lo ya vendido.
Es penoso visitar los Cementerio Viejo de la Av. Independencia, el de la Máximo Gómez y al de Puerto Plata le tumbaron sus nichos centenarios y no para reconstruirlo, sino para supuestamente hacer una calle, y aquello es una ruina, con tantos prohombres y restauradores en tumbas abandonadas y en deplorable situación, sin una acción oficial.
Todo esto contrasta con el que las crónicas nos traen del Cementerio de Santa Ifigenia de Santiago de Cuba, que es un museo histórico, donde el Presidente se plació en recorrer y rendir tributo a José Martí.
Qué pena que hayamos llegado a esto. Ya he abandonado la idea de ser enterrado con los míos. Seré quemado para que al esparcir mis cenizas sirvan de alimento a la foresta, y no ser tratado con tanta abulia, pues ya aquí ¡ni a los muertos respetamos…!
S. Domingo, R. D. * luis@arthur.net * www.luis.arthur.net * www.luisharthur.blogspot.com * 13\III\2009