domingo, noviembre 06, 2005

CUANDO LA ESPERANZA SE TORNA EN DEMAGOGIA

CUANDO LA ESPERANZA SE TORNA EN DEMAGOGIA

Por: Luis H. Arthur S. http://www.luis.arthur.net/ http://www.luisharthur.blogspot.com/ 6 Noviembre 2005

¡Ironías de la vida… hoy es el Día de la Constitución…!

Algunos dicen que tenemos un presidente de lujo. Un hombre, decente, instruido, que medita, que tiene experiencia en el gobierno y que proviene de un partido de cuadros y disciplina.

Otros dicen que tenemos un presidente con mucha capacidad de análisis, pero que a la hora de actuar es tímido. Que sabe lo que hay que hacer y en sus discursos disecciona y diagnostica con precisión, pero prefiere navegar a medias aguas, hacer arreglos de aposentos y proteger a los corruptos pasados, para proteger a los corruptos suyos, aunque él le llame gobernabilidad.

Creo que por desgracia ambos tienen razón. Creo que tenemos un presidente que busca desesperadamente un protagonismo internacional, apoyándose en un pueblo al que prolonga y aumenta sus precariedades.

Un hombre joven quien busca afanosamente superar a Balaguer, sin darse cuenta que Balaguer y Trujillo son irrepetibles, pues no existen “copiadoras” o papel carbón para presidentes y dictadores, y toda copia posible será peor que un original.

Un joven demagogo, si demagogia se llama prometer cosas que sabe que no se va a cumplir, traicionando sus propias ofertas, planes de gobierno, y trillando los mismos caminos ya zanjados por tanto uso y abuso (Demagogia: (2) Degeneración de la democracia, consistente en que los políticos, mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, tratan de conseguir o mantener el poder).

Prometió adecentar la administración pública y empezó a nombrar cónsules a granel
Prometió controlar los Secretarios y Subsecretarios de Estado, y hoy son más que pinos en la cordillera central, entre ellos 5 sueltos bajo fianza.
Prometió limitar los préstamos y hasta para asfaltar calles pedimos dinero.
Prometió resolver el problema eléctrico y vender la energía a precios competitivos, y está botando a zafacón US $600 millones en este año en subsidios, y hace un par de días la tarifa nos fue aumentada a los tontos que pagamos. Hoy el sistema eléctrico está peor que cuando hace un año lo recibió.
Prometió combatir la delincuencia y darnos seguridad ciudadana, y el pueblo, ante la desesperación y la conjura gobierno-justicia, se la hace por sus propias manos.
Prometió adecentar las finanzas y nos sometió al cruel trauma de la reevaluación de la moneda, que exhibe como su principal logro, para beneficio del gobierno y de algunos ricos. Creando desempleo, quiebras y más pobreza.
Nos habló de la confianza, esperanza de un pueblo en el gobernante y su equipo. Nos dijo que ese era el primer ingrediente contra el desasosiego comercial y monetario. Hoy nos pregonan que la prima sube sin razón, sin que ningún factor estructural dicte tal efecto. Que es una burbuja especulativa, y se olvidan y no quieren analizar ese ingrediente que ellos saben vital: la “confianza”. Confianza que va desapareciendo ante tantos desmanes de los que sólo he nombrado unos cuantos como muestra.
Hay desconfianza ante el obligado RD-CAFTA y nuestra posible competitividad; en el paquete fiscal; en sus acciones ante licitaciones amañadas como la de Optic, donde baila su protegido y Finjus pide castigo. Ante un Metro donde se desconocen sus planos, presupuestos, financiamiento, sin partida presupuestaria, empezado a la cañona porque a mi me da la gana, olvidando la ley de transparencia administrativa. Donde nos meten en un túnel económico, quizás con trenes viejos por los tiempos de entrega que ofertan, imposibles para nada nuevo hecho a la orden. Donde inmoralmente quieren comprar a los transportistas ofertándoles pagar deudas públicas no honradas del siglo pasado (1998).

Entonces dicen no saber por qué la prima sube y eventualmente nos golpeará inmisericorde por tercera vez. El gobierno está ocupado en elecciones y viajes, de donde llega cargado de préstamos para que los pague el pueblo.

Recibió un país hecho jirones y nos lo entregará empeñado, incautado y ejecutado.

Finjus catalogó las mil y no se cuantas obras inconclusas; ingenieros y contratistas que creyeron, hoy en su mayoría endeudados y traumatizados, comunidades con la esperanza rota. Un estado charlatán que contrata sin licitación, sin partidas presupuestarias suficientes, ordena y no paga. Un estado amnésico que chilla como vieja histérica que las obras públicas son un desastre, una estafa. Un gobierno que en vez de responder por sus contratos viejos y abandonados, va por los pueblos ofreciendo nuevas obras, muchas de las cuales nunca se comenzarán, otras engrosarán la lista de las no terminadas, y casi todas serán muy mal construidas, pues los ingenieros y contratistas son sólo traspasadores de costos y si la obra se para, el dinero no fluye, se acumulan los intereses con el comercio, es imposible hacer nada de calidad; amen de las comisiones, sablazos y “cooperación” para los políticos y las elecciones, aparentemente objetivo primordial de la acción de gobierno.

La autopista Duarte, en franco deterioro, aun no se liquida. El gobierno cobra multas e intereses moratorios a quienes se atrasan en sus pagos, pero abusivamente él no los reconoce.

Es el juego del gato y el ratón: Ante un Gobierno irresponsable, unos contratistas marrulleros. Y el pueblo paga con obras de mala calidad, que sólo esperan un buen temblor de tierra, para cobrar con vidas este juego temerario, que nunca tendrá responsables.

¿Propicia el estado un medio ambiente adecuado para el desarrollo armónico de una sociedad de hombres y mujeres sanos, buenos, honestos y libres como manda la Constitución?

Con pena mentalmente adaptamos aquella poesía famosa de Sor Juana Inés de la Cruz:
“Hombres necios que acusáisa la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasiónde lo mismo que culpáis.
Si con ansia sin igual solicitáis su desdén, ¿por qué queréis que obren bien si las incitáis al mal?”
Fin