domingo, junio 10, 2012

INMERSOS EN LA IGNORANCIA


Sin Temor…   Ni Favor…

Inmersos en la ignorancia
 Luis H. Arthur S.
Que la educación es la base del desarrollo personal y de las naciones, ya no es una hipótesis, se ha convertido en un axioma.
El conocimiento es la base suficiente y necesaria para poder escalar posiciones de desarrollo en la competencia mundial y en este caso no importa el tamaño del país, sino la cantidad y el buen uso de sus recursos.  Ejemplos Suiza e Israel.
Al medir el índice y grado de desarrollo, es básico la cantidad de profesionales bien preparados (no los que compran títulos o los falsifican o lo consiguen rozando), los profesionales que han hecho postgrados de maestría y de doctorado, y el uso que esos países le dan a esos líderes nacionales del conocimiento y su evolución en centros de investigación.  Se mide su impacto por el número de desarrollos tecnológicos y patentes para poder inscribirse en el concierto mundial del avance mundial, en el número de estos que han sido galardonados u obtenido premios Nóbel.
No basta con tener un hato de alta producción de vacas Holstein, sino saber ordeñarlas ni cuánta leche dan, pues aun en corrales de lujo, con buena comida y agua, música clásica, aire acondicionado, trato amable y escéptico, de poco sirven en manos de un salta pa´trás.  Es dinero tirado al basurero.
En nuestros países, y me voy a referir específicamente a RD., estamos en el fondo de esas estadísticas e índices (como de todas las demás).  Prácticamente somos un país paria y bueno solo para clasificarnos entre los los malos y fallidos.  Muy bueno para prepararles profesionales a países desarrollados con nuestros recursos y esfuerzo en universidades y becas. 
Cada vez que un periódico habla de un inventor criollo, hasta en primera plana, se inscribe dentro de la supina ignorancia de periódicos y periodistas, y exhiben a individuos que carecen de preparación formal, metodología, conocimientos y protocolos de trabajo formal, y que generalmente redescubren el hilo en bollito, la rueda o la pólvora blanca, como se dice en el lenguaje burlón, cuyos supuestos inventos nunca trascienden en el tiempo, ni mejoran la vida de nadie.  Son personas, quizás con alguna excepción, con inquietudes legítimas, pensantes, con ideas y muchos buenos deseos, que el sistema político ha frustrado, cercenando posibilidades que siempre quedarán en lo posible.  Que no han podido salir del círculo perpetuo de la pobreza y la ignorancia, que como pájaro sin alas, desea volar y no puede despegar.  ¡Cuanta inteligencia perdida solo modificando inventos y desarrollos de otros no siempre con buen éxito!
Aquellos, que han podido ser ayudados a dar el brinco para salirse de ese círculo, al terminar sus estudios universitarios primarios (Licenciados, ingenieros, médicos, etc.), regresan al país y al corral de ese círculo perpetuo que los rodea y asfixia, que los atrae con tanta fuerza que el bien que pueden efectivamente hacer a la sociedad es pequeño y no cuantificable internacionalmente.
Si resulta que han podido hacer estudios de maestría o en menor número de doctorado, la frustración es peor, medular, a tal punto que viendo el panorama deciden o no regresar al país o salir despavoridos antes de volver a ser encadenados por un sistema de mediocridad que se retroalimenta, entre una pugna mental del bienestar personal y familiar y el amor a la patria, que esgrimen los políticos como “blackberry” o grillete y bola metálica pesada que encadena los pies y dificulta caminar e por supuesto, impide volar.  Ante la realidad de volverse obsoletos rápidamente, frustrados y deprimidos se marchan para quizás nunca más volver.  Con ellos se va nuestras esperanzas…
En nuestro país luce que la política de estado al respecto está clara y erada.  No educar, mantener a la mayoría como masa ignorante y acarreable por cualquier hijo de vecino que tenga el don de la palabra, el conocimiento, la habilidad, la perversidad, la falta de ética y poco amor a la patria, y que sólo busque su bienestar y el de su camarilla.  No aportar fondos de investigación y desarrollo para bien usar a los que dieron el brinco.   Aaso le ofertan un trabajo para que se frustren y dobleguen, muchas veces con jefes ignorantes y que cumplen su función política para que el país no avance, si acaso lo más lentamente posible y venciendo obstáculos reales o imaginarios.  La riqueza y le poder es la meta.
El pueblo recibe limosnas a nivel de centavos.  Los amenazan con quitárselas si no obedecen, y seguimos inmersos en ese círculo perpetuo de la pobreza y la ignorancia, que no tiene paredes, cercas, barrotes, ni candados, pues es mental, auto trasmitida de padres a hijos, en un entorno o estado mental común que hay que mantener.  Aun los que son profesionales y se llaman intelectuales, con cada día menos excepciones, se inscriben en la comparsa de los defraudadores.  Y lo hacen conscientemente, quizás por la frustración económica y de progreso social, quizás porque nunca salieron del círculo, solo se alejaron.  “Yo me fui, pero no me fui”.
Nos prefieren y mantienen ignorantes y nos convertimos en deshonestos y ladrones a todos los niveles.  En el caso del pueblo con una inconsciencia que copia a la de los políticos.  Como los que roban cables y soportes de puentes, sin importarles cuantos puedan morir en un colapso, cuanto pierda el país, como se trastorne la vida, y cuando hay que evaluar los daños que causaron, no hay profesionales criollos capaces en esta media isla.  Hay que buscarlos y traerlos de Corea u otros lares, de donde sea, unos señores generalmente mediocres pues van a servir a países mediocres, para que a un alto costo en divisas nos digan cosas lo que nosotros ya sabemos.  Y nadie protesta, menos el “Codia de las Lentejas”.
Unos dicen que esto se hace para poder agarrar más comisión, para poder políticamente robar más, pero la clase ingenieril nacional, como todos otros profesionales, ya está sometida por subsistencia y poca vergüenza.  Y son tan corruptos como los extranjeros o los políticos, y para subsistir y progresar, dan con placer y diversión hasta lo que los hombres tenemos como más preciado.
Un pueblo tan apático, merece esto y todo lo que vendrá.  No será regalo del cielo.