sábado, octubre 27, 2012

DE MI ARCHIVO DE RECUERDOS


Sin Temor…   Ni Favor…

De mi archivo de recuerdos
 Luis H. Arthur S.
Desde ayer miro el traje verde de vivo matiz algo rasgado de Isabel de Torres, la montaña emblemática de mi pueblo, engarzada en el alma de todo Puertoplateño de origen o corazón.  Luce como niña rebelde que usa modernos pantalones rotos, otrora símbolo de mucha pobreza, descuido y abandono familiar, donde no se aquilataba mucho la vergüenza propia ante la ausencia de un humilde remiendo, moda que desde hace años se impuso la juventud que busca lugar y destino con simbolismos raros.
Imponente, bella, esbelta.  Sus simas han preservado su integridad y follaje, su imagen de tierra virgen, evitando urbanización, igual cómo posiblemente la vio Cristóbal Colon en el 1496 cuando le dio su nombre y luego fundara un villorrio a la orilla de su pequeña ensenada llena de verdor y arroyuelos, justo a sus pies, donde el imponente Océano Atlántico que reverente ha besado sus pies desde siempre.
Después de largo tiempo, que trato que sea corto, he vuelto a bañarme en sus aguas, a escuchar la vieja y conocida canción de antaño, a sentir su abrazo tibio, su perfume y sus arrullos de madre y a soñar con el tiempo ya ido y la inmensa felicidad de que al menos esto quede, que aun siga igual e inmutable.  A recordar tanto y a tantos familiares y conocidos ya idos como se escapa el aire o el agua, como se nos va la vida en un pestañar, en un abrir y cerrar de ojos, donde aun tanto queda por hacer, quizás todo.
Como he dicho tantas veces a mi pueblo lo miro con cara de ayer, con mi vida sentimental, a través de aquellos recuerdos y vivencias, que como barcos en puerto, quedaron ancladas a aguas que ya no existen., que se han ido para siempre, para todos y para mí.  Y las añoro y las deseo, aun sabiendo que nunca volverán, y sin saber siquiera si por algún azar del destino volvieran, cuando llegaren aun me volverían a gustar, tan cambiado como estoy por las circunstancias y los avatares de la vida.
Aun sabiendo que es imposible, uno se recrea en recuerdos de antaño, pensando que para nosotros eran definitivamente tiempos mejores.  Aun hoy cuando el camino nos da razón, nos recuerde de pobreza, estrecheces y precariedades, de dictadura y control, cosas que recibíamos igual que al viento yodado, la mucha lluvia, los rayos, los mangos y frutas, las travesuras, la playa siempre invitando, los amigos, felices con lo que teníamos, con las calles hoyadas, llenas de charcos y oscuras, sin un centavito de cobre en los bolsillos quizás agujereados y solo pensando en que el día nunca acabara para divertirnos más, para seguir juntos a tantos, para contar cuentos y aventuras, subirnos a altas matas y hacer travesuras, para jugar todo tipo de juegos e inventar otros.  Y lo más importante: para soñar despiertos, elucubrar, desear.  Dichoso quien no haya dejado de hacerlo con la simpleza, transparencia y falta de lógica de aquellos tiempos.
Aun ahora en los días de batalla intensa y futuro tétrico, cuando nos imponen a la fuerza desde el supuesto gobierno democrático que nos esquilma y nos miente, grandes cuotas para cubrir el despilfarro pasado y futuro de una elite dictatorial desfasada y provocadora a un pueblo que ha permitido que se entronice, que le maltrate y robe, y a la que solo le damos pequeños gritos de dolor, nunca de amenaza y rabia, que no son oídos..
Pena que ya no pueda soñar sin sobresaltos y fantasmas, como antes con los arrullos de Isabel de Torres y el gran mar océano.  Lástima que ya no pueda hacerme chiquito y ajeno a tanto abuso.
Ahora es el tiempo de cargar con la responsabilidad de lo hecho, con culpa de lo que no se pudo hacer, con la permisividad de tantos, con la falta de carácter para hacer lo que convenía y solo eso.  Son las huellas el camino.  Ya no podemos juzgarnos a nosotros mismos, al irnos otros lo harán.  Ojala sean benignos y compasivos.