martes, abril 18, 2006

EL MIEDO

EL MIEDO

Por: Ing. Luis H. Arthur S. – www.luis.arthur.netwww.luisharthur.blogspot.com – 18 Abril 2006

Vivimos tiempos difíciles pues el Estado Dominicano ha sido superado por los maleantes. Prácticamente ha renunciado al “monopolio de la violencia” legal como lo ha popularizado el Sr. Soto Jiménez. Muchos grupos delictivos enfrentan con violencia a los cuerpos armados del Estado, mientras estos se baten en retirada vergonzosa.
Violencia legal es la que los cuerpos armados y la justicia tienen que ejercer para controlar la delincuencia y es la certeza de esa violencia la que previene que alguien delinca. Soto Jiménez entiende que los cuerpos armados no son como la creencia popular entiende, una pila de vagos que nosotros mantenemos, sino que son como una “industria” que a cambio de lo que invertimos en ellos, nos deben dar un producto que se llama “seguridad”. Es un punto de vista muy interesante.

Bajo este esquema, los cuerpos que tienen que ofrecernos “seguridad”, también están sufriendo serios y prolongados apagones.

La policía nacional, formada por muchos hombres y mujeres probos, quienes debían ser bien escogidos, entrenados, disciplinados, dotados de las herramientas necesarias, sueldos decentes y bien supervisados, parece que son superados por los delincuentes y matones algunos de los cuales visten su propio uniforme. Los políticos y funcionarios, desvían el mayor caudal de agentes para controlar su miedo personal y familiar, dejándonos a los demás casi desprotegidos y cargando con la cuota extra de la que ellos se liberaron.

El Secretario de Estado de Interior y Policía nos dice que debemos protegernos nosotros mismos. Como eco lo repite el Jefe de la policía. ¿ y cómo lo hago? ¿Contrato unos hombres armados y entrenados y los pongo a mi servicio? ¿Blindo mi carro y mi casa? ¿Establezco intercomunicación con otros grupos similares creando un sistema de inteligencia privada? ¿Me muevo como procesión por las abarrotadas calles de este Santo Domingo inhóspito?

¿Me van a otorgar licencia para perseguir, apresar e incluso matar a delincuentes o supuestos delincuentes en intercambio de disparos? ¿Y quien pagará esta escolta? ¿Lo hará el mismo que paga la del Sr. Secretario o el Jefe de la policía y de tantos políticos y funcionarios que ya no tienen miedo: el Estado?

No, cada cual que se rasque con sus uñas en esta país civilizado y democrático. Para ello Interior y Policía restringió los permisos de Porte de Arma, que si bien no era la panacea, nos ayudaba a combatir el miedo y no sentirnos tan desamparados. Ahora los buenos tienen que andar desarmados, mientras que los delincuentes andan como Pancho Villa, armados hasta los dientes, sin pena ni rubor ni control efectivo, haciendo alardes y cometiendo fechorías

Sólo hay que leer la prensa cada día. Ver los personajes que son despojados de sus vehículos en plena calle. No en barrios pobres y ahora “seguros”, sino en los más adinerados. Enterarnos y a veces vivir la tragedia de ser sorprendidos en la casa o en caminos. Hay que pedirle a Dios que el carro no se nos dañe o se vacíe una goma en cualquier carretera, aun viniendo del aeropuerto. Hay que evitar viajar de noche. En la Autopista Duarte es normal que a los vehículos le tiren piedras, le rompan los vidrios, perdiendo el control y volcándose y saber que como marabuntas se abalanzarán sobre todos los viajeros sin piedad ni compasión, y si salvan la vida, lo dejen sangrantes y desnudos, hombres y mujeres, para vergüenza y escarnio. El monopolio de la violencia se está invirtiendo.

El Estado tiene que hacer su trabajo. No puede renunciar a ejercer ese monopolio que le marcan las leyes.
El permitir que se creen nuevos focos de conchoprimismo por todo el país, es una aberración, pero es lo que sucederá y viene sucediendo ante este estado de cosas donde los que están para protegernos protegen a funcionarios y políticos, donde comen sus tres calientes con mucha grasa y están gorditos y seguros, y hasta algunos reciben buenos sueldos por lo que “renuncian” a los suyos, que nunca regresan al erario público.

Y el pueblo….. ¡El pueblo que se defienda solo!

Fin