sábado, febrero 09, 2013

TIEMPOS DIFERENTES



Sin Temor…   Ni Favor…

Tiempos diferentes
 Luis H. Arthur S.
Hasta hace quizás un par de décadas, las personas más queridas y distinguidas de la sociedad eran los curas y los médicos.
Ambos gozaban del aprecio, confianza y respeto de todos, pues eran los que sanaban el alma y el cuerpo de que todos entendíamos que estamos formados y a quienes les confesábamos todas nuestras intimidades..  Hoy se habla de que somos en realidad seres energéticos.
La situación desde entonces ha cambiado bastante, sobre todo en la población joven que mira el mundo de otra manera más materialista, a diferencia de algunos viejos que aun no abandonamos esta dimensión y reciclamos nuestro cuerpo.
Si nos preguntáramos qué pasó, la respuesta sería muy difícil de contestar con justicia, requeriría de equipos multidisciplinarios para un análisis profundo, pero entre los factores que lucen dominantes, está el habernos imbuido de esta forma de vida materialista, consumista y de resultados rápidos y descarnados, haber perdido la cohesión familiar y la educación hogareña, adoptado al dinero como ser supremo y mandante, impulsado por una ambición desmedida con el ejemplo vivo y perenne de políticos y malos empresarios engañifas, que no nos ofertan ejemplos, moral y buenas enseñanzas.  El amor se declaró obsoleto, anticuado y fuera de toda consideración.
La vida se ha convertido en una carrera por llegar rápido, sin importar los medios, en engañar a diestra y siniestra, sobre todo al que se deje.  Quizás estemos retornando a nuestras condiciones primarias de que para subsistir había que cazar o ser cazado, como vemos entre animales salvajes y que a algunos nos lucen despiadados, pero que si viéramos mejor los actos de los humanos, encontraríamos que nosotros lo hacemos peor, pues no siempre matamos para comer, sino también por vicios, satisfacciones de muerte y muchas cosas más.
La increíble rapidez de la comunicación actual, nos lleva a conocer muchos sucesos y actos que antes nos pasaban desapercibidos y se mantenían en secreto o conocidos solo por un círculo muy pequeño, pues nadie ofertaba dinero para develarlo, porque no se cotizaban como noticias de alta demanda a la morbosidad de tantos.  Historias de este tipo han deteriorado la grandiosa labor de los curas, generalizando cuando varios fallan.
Desde hace años vienen surgiendo otras religiones y múltiples ramas de ellas, independientes, aisladas, en una explosión incontenible, donde cualquier persona, con poquísima o ninguna preparación, con una biblia bajo del brazo y un megáfono, grita y nos advierte y amenaza y asusta, todo en plena calle o desde vehículos en movimiento, desde pequeñas o mayores construcciones, a todo volumen, muchas veces hasta altas horas de la noche turbando nuestra paz hogareña, que de alguna manera convoca a feligreses y consiguen unos para comer, y otros pocos hasta para lujos y despilfarros.
Los médicos han encontrado que la profesión y la imperiosa necesidad de salud que a todos nos agobia, es un pozo de riqueza infinito, y alentados por fabricantes de medicinas con un insaciable afán de lucro, se han materializado, perdido limites, atomizado de una manera increíble y echado por la borda tanta admiración y respeto.  Siempre existe una campana de Gauss donde unos son inmensamente ricos, otros no tantos y muchos, los que forman la base y soportan la estructura, pobres, mediocres y hasta abúlicos.
Los médicos en general, no se han podido o querido abstraer de este comportamiento y en tantos casos, con sus muchas excepciones todavía, van perdiendo su humanismo de antaño, y se les achaca que la sagrada misión, la salud del pueblo y de sus pacientes, se ha trocado en un inconmensurable afán de lucro, con altísimos honorarios y dando soluciones que muchas veces rebasan lo prudente y lo correcto.  Se dice que ahora ya no quieren pacientes, sino clientes de visitas repetidas, con enfermedades medicamente manejas pero no curadas, con seguros buenos, que no objeten montos ni discutan frecuencias.  Esta despersonalización del pago, incrementa el costo y a la postre también las primas, todo en una espiral que luce incontenible, donde la cabeza muerde la cola.
Los médicos están cada día inmersos en una vorágine de un sistema hospitalario internista, laboratorios, análisis, equipos, medicamentos y demás, que manejan y norman su comportamiento, y del que no pueden escapar ilesos, pues si no aceptan las normas y los procedimientos, son excluidos de buenos trabajos, sitios prestigiosos, buen nombre y dinero, pues esta metodología está inclinada básicamente hacia el aspecto de mercadotecnia y maximización de beneficios económicos.
Un caso en la picota que tiene que herir la sensibilidad de cualquiera es la que involucra al Dr. Melgen, quien es un prestigioso médico de Miami, reconocido ampliamente y quien trabaja en el mejor hospital de su especialidad de esa ciudad, de quien se dice que debe una millonada de impuestos al fisco norteamericano y que se ha comprado un contrato por el que Hipólito debería estar preso junto a todos los que colaboraron en él, por muy lascivo a la patria, y para obligar que se haga realidad se vale de un Senador de los EE.UU., quien niega los hechos , pero que va a tener que hablar mucho inglés, para  presionar, y lo agasaja con prostitución con menores en nuestro país, hospedándolo en su villa privada y viajando en su avión privado.  Parece que para dicho doctor no es suficiente, el honor, reconocimiento, altos ingresos, buena vida, y siendo médico, olvida que se deba a sus pacientes y la humanidad, y que una vez hizo un juramento hipócrita.