Sin Temor… Ni
Favor…
Tiempos diferentes
Luis H. Arthur S.
Hasta hace
quizás un par de décadas, las personas más queridas y distinguidas de la
sociedad eran los curas y los médicos.
Ambos gozaban del aprecio, confianza y respeto de todos, pues eran
los que sanaban el alma y el cuerpo de que todos entendíamos que estamos
formados y a quienes les confesábamos todas nuestras intimidades.. Hoy se habla de que somos en realidad seres
energéticos.
La situación desde entonces ha cambiado bastante, sobre todo en la
población joven que mira el mundo de otra manera más materialista, a diferencia
de algunos viejos que aun no abandonamos esta dimensión y reciclamos nuestro
cuerpo.
Si nos preguntáramos qué pasó, la respuesta sería muy difícil de
contestar con justicia, requeriría de equipos multidisciplinarios para un
análisis profundo, pero entre los factores que lucen dominantes, está el
habernos imbuido de esta forma de vida materialista, consumista y de resultados
rápidos y descarnados, haber perdido la cohesión familiar y la educación
hogareña, adoptado al dinero como ser supremo y mandante, impulsado por una
ambición desmedida con el ejemplo vivo y perenne de políticos y malos
empresarios engañifas, que no nos ofertan ejemplos, moral y buenas enseñanzas. El amor se declaró obsoleto, anticuado y
fuera de toda consideración.
La vida se ha convertido en una carrera por llegar rápido, sin
importar los medios, en engañar a diestra y siniestra, sobre todo al que se
deje. Quizás estemos retornando a
nuestras condiciones primarias de que para subsistir había que cazar o ser
cazado, como vemos entre animales salvajes y que a algunos nos lucen
despiadados, pero que si viéramos mejor los actos de los humanos, encontraríamos
que nosotros lo hacemos peor, pues no siempre matamos para comer, sino también
por vicios, satisfacciones de muerte y muchas cosas más.
La increíble rapidez de la comunicación actual, nos lleva a conocer
muchos sucesos y actos que antes nos pasaban desapercibidos y se mantenían en
secreto o conocidos solo por un círculo muy pequeño, pues nadie ofertaba dinero
para develarlo, porque no se cotizaban como noticias de alta demanda a la
morbosidad de tantos. Historias de este
tipo han deteriorado la grandiosa labor de los curas, generalizando cuando varios
fallan.
Desde hace años vienen surgiendo otras religiones y múltiples
ramas de ellas, independientes, aisladas, en una explosión incontenible, donde cualquier
persona, con poquísima o ninguna preparación, con una biblia bajo del brazo y
un megáfono, grita y nos advierte y amenaza y asusta, todo en plena calle o
desde vehículos en movimiento, desde pequeñas o mayores construcciones, a todo
volumen, muchas veces hasta altas horas de la noche turbando nuestra paz
hogareña, que de alguna manera convoca a feligreses y consiguen unos para comer,
y otros pocos hasta para lujos y despilfarros.
Los médicos han encontrado que la profesión y la imperiosa
necesidad de salud que a todos nos agobia, es un pozo de riqueza infinito, y
alentados por fabricantes de medicinas con un insaciable afán de lucro, se han
materializado, perdido limites, atomizado de una manera increíble y echado por
la borda tanta admiración y respeto.
Siempre existe una campana de Gauss donde unos son inmensamente ricos,
otros no tantos y muchos, los que forman la base y soportan la estructura,
pobres, mediocres y hasta abúlicos.
Los médicos en general, no se han podido o querido abstraer de
este comportamiento y en tantos casos, con sus muchas excepciones todavía, van
perdiendo su humanismo de antaño, y se les achaca que la sagrada misión, la
salud del pueblo y de sus pacientes, se ha trocado en un inconmensurable afán
de lucro, con altísimos honorarios y dando soluciones que muchas veces rebasan
lo prudente y lo correcto. Se dice que
ahora ya no quieren pacientes, sino clientes de visitas repetidas, con
enfermedades medicamente manejas pero no curadas, con seguros buenos, que no
objeten montos ni discutan frecuencias.
Esta despersonalización del pago, incrementa el costo y a la postre también
las primas, todo en una espiral que luce incontenible, donde la cabeza muerde
la cola.
Los médicos están cada día inmersos en una vorágine de un sistema
hospitalario internista, laboratorios, análisis, equipos, medicamentos y demás,
que manejan y norman su comportamiento, y del que no pueden escapar ilesos, pues
si no aceptan las normas y los procedimientos, son excluidos de buenos
trabajos, sitios prestigiosos, buen nombre y dinero, pues esta metodología está
inclinada básicamente hacia el aspecto de mercadotecnia y maximización de
beneficios económicos.
Un caso en la picota que tiene que herir la sensibilidad de
cualquiera es la que involucra al Dr. Melgen, quien es un prestigioso médico de
Miami, reconocido ampliamente y quien trabaja en el mejor hospital de su especialidad
de esa ciudad, de quien se dice que debe una millonada de impuestos al fisco norteamericano
y que se ha comprado un contrato por el que Hipólito debería estar preso junto
a todos los que colaboraron en él, por muy lascivo a la patria, y para obligar
que se haga realidad se vale de un Senador de los EE.UU., quien niega los
hechos , pero que va a tener que hablar mucho inglés, para presionar, y lo agasaja con prostitución con
menores en nuestro país, hospedándolo en su villa privada y viajando en su
avión privado. Parece que para dicho
doctor no es suficiente, el honor, reconocimiento, altos ingresos, buena vida,
y siendo médico, olvida que se deba a sus pacientes y la humanidad, y que una
vez hizo un juramento hipócrita.
Monterrey, Méx * luis@arthur.net
* www.luis.arthur.net * www.luisharthur.blogspot.com * 9/II/2013