domingo, septiembre 29, 2013

NUEVO EMPUJÓN AL DERRICADERO

Sin Temor…   Ni Favor…

Nuevo empujón al derricadero
 Luis H. Arthur S.
Mis apellidos son extranjeros.  Por mis venas corre sangre de muchas nacionalidades: inglesa (Arthur), española (Sosa, Henriquez, Del Valle, Diaz, Abreu, Del Monte), francesa (Imbert, Pierret), Portuguesa (Sossa),  Sefardita (Pou), pero todas de una sola raza llamémosla la terrícola, única que existe según ha sido demostrado por los antropólogos y el genoma humano.
Como genealogista puedo asegurar documentalmente (http://familytreemaker.genealogy.com/users/a/r/t/Victor-J-Arthur/FILE/0008page.html) que el último de los extranjero que me dieron vida, llegó al país en 1868 a Puerto Plata, se trata de Augusta Arthur, mi bisabuela quien murió por el 1872 a los 20 años. 
Se ha demostrado, siguiendo la pista de la mitocondria (el replicador del ADN y generador eléctrico de la célula, responsable de nuestra herencia, que solo la mujer trasmite en la creación de nuevo ser) que todos los que hoy habitamos este planeta tenemos un origen común africano, de una única mujer, hace quizás 200 mil años, del mismo genotipo, pero con características externas ligeramente variadas: tamaño, color, rasgos, etc. debidas a acomodación climática, cultural, geográfica y necesidades de subsistencia, endogamia, etc., como demostró Darwin.
Todo el territorio mundial fue conquistado y habitado por ramas derivadas de esta familia trashumante, que en increíbles desplazamientos de siglos lo cubrieron todo, en una hazaña portentosa.  Esto hace que todos seamos familia, que todos seamos “hermanos”, aunque por las diferencias, culturales, idiomáticas, climáticas, de forma de ganarse la vida y de estatus social y nacionalidades queramos creer otra cosa.
Ningún país por tanto, excepto el punto de África donde todo empezó, tiene habitantes autóctonos, todos venimos de otro lado y por tanto en esencia no deberíamos ser catalogados de nacionales ni de extranjeros.  Todos somos de la misma raza y, habitantes del planeta Tierra, aunque muchos crean que es un eufemismo.  No se ha probado aun ninguna descendencia alienígena.
Cierto que los primeros en llegar y establecerse fueron adquiriendo arraigo a esas tierras, y para preservar su forma de vida ante la libertad creativa que tenemos, se fueron creando “leyes” que los ordenaran y para que los recién llegados, tan extranjeros como ellos se “alinearan” a esas, para ellos, nuevas condiciones.
Hoy todos los países, con muchos siglos de existencia, tiene familias que llegaron hace muchos años y por eso creen ser diferentes a los recién llegados de otras latitudes, en esta marea incesante de movimiento humano, por diversos motivos, siendo el económico y el de preservación de la vida quizás los más señeros.
Nuestro pequeña isla compartida hoy con Haití, por ser la primera en ser “descubierta” en el descubrimiento de relumbrón del 1492, habitada desde hacía siglos por los que llegaron primero sin hacer tanto ruido, y que no vinieron a depredar, esclavizar, robar ni a imponerse, es como le he llamado en múltiples escritos una “Estación de Postas”, donde se llega, y tras pernoctar un tiempo se sigue, impelidos por deseos de aventura, ambiciones, guerras, amenazas.  Por tanto somos a todas luces un crisol de razas.
Pena que esta diversidad de la que debíamos sentirnos orgullosos, haya servido para cada día desmerecer como país organizado, donde unos “extranjeros” se crean con el derecho de calificar a otros por lo que llaman “raza”, concepto obsoleto y hace tiempo erradicado pero que ellos ignoran, como bien dice “www.7 dias.com.do” en un reportaje muy enjundioso.  Cuando deberían dedicar esfuerzos sinceros en lograr con sentencias que la ley y la señora Constitución que cambia a cada rato su ropaje, y hoy viste el de la discriminación y la sangre, se cumplan para bien de todos.  Para que haya respeto, seguridad, orientación, honestidad, justicia y se puedan transitar caminos de bienestar y progreso.  Pena que siendo todos extranjeros ante la antropología, como quien dice recién llegados, no sepamos siquiera ser consecuentes con el orden que nos beneficia a todos sin discriminar.
Pena, que no teniendo el alma color ni sustancia, solo parte de la energía cuántica universal, algunos de los que abogan por su ordenamiento moral con supuestos fines eternos, sobretodo en la cúpula, hablen en demasía y sean discriminadores, cuando tantos no somos más que astillas del mismo palo y solo escondemos el negro detrás de la oreja, que no es nada vergonzoso.  (ver: . http://www.7dias.com.do/portada/2013/09/28/i148827_encuentre-haitiano-detras-apellido-dominicano-consultando-esta-lista.html#.UkgnPtKmHvY).
Suerte que tenemos como dice Umberto Eco al “Papa de la globalización”, algo “absolutamente nuevo” que esperamos no tardará, si la mafia religiosa le permite vivir lo suficiente, en poner orden a esa iglesia milenaria en descenso vertiginoso digna de mejor suerte, y hacerlo en algunos principales y príncipes, incluidos nuestros, que creen en los placeres mundanos más que en el disfrute divino y en la existencia de almas blancas y almas negras inferiores.
Ante la obligatoria e inminente declaración de José Francisco Peña Gómez como extranjero, nacido en 1937 de Vicente Ogís, haitiano, no dominicano, según manda la  sentencia de la Corte Constitucionalista, lamentable, estúpida, retroactiva e inconveniente, se abre un compás de malos vaticinios, a sumarse a los tanto que ya tenemos, con responsables bien identificados que tendrán quizás, que responder por muertes y sangre, si es que no optan urgentemente por la parcialización judicial de siempre y donde dijeron dije, digan Diego.