domingo, enero 05, 2014

LA VIDA SIGUE

La vida sigue
 Luis H. Arthur S.
Acostumbrado a nuestro medio pedacito de tierra, había olvidado que grande aun es México, inclusive después que los EE.UU. se anexaron más del 50% de su territorio.
El 2 de Enero a las 2 de la madrugada recibimos la noticia de que el que fuera esposo de mi hija mayor y padre de tres de mis nietas, muy querido por nosotros, quien había ido a saludar y pasar el año nuevo con sus padres ya viejitos a Gutierrez Zamora, Veracruz, donde había nacido, tuvo que ser hospitalizado por una neumonía atípica y falleció en menos de 24 horas a sus 52 años.
Resolvimos pendientes, y arrancamos en mi Honda Pilot a las 11:30 am.  Recorrimos caminos que lucen infinitos, parando solo para ir al baño y poner gasolina, primero bajo mucho frio, luego un tiempo relativamente estable, después bajo lluvia ligera, taponamiento de carretera entre montañas, cientos de trailers, autobuses y todo tipo de vehículos ligeros, por carreteras estrechas de dos vías, bastante deterioradas desde Tampico hacia el sur.  Por fin  a las 11 de la noche llegamos sanos y salvos aunque muy cansados.  Íbamos 6 adultos y dos niñas, por suerte bastante cómodos.
No puede uno ante esta inmensidad dejar de valorar la brevedad de las distancias en el país, donde todo está a unas pocos kilómetros y horas de distancia.  Claro, la forma de manejar en México es distinta a la de Dominicana.  Aquí hay mucha educación vial y cortesía y el que va más lento se hace a un lado y le “avisa” con una luz lateral intermitente, especial en vehículos pesados y la de doblar en carros y camionetas, del lado del chofer que la via está libre para rebasar con toda seguridad.  En vías de dos sentidos, se transita cargado hacia el acotamiento de su derecha, de modo que el centro de la carretera quede libre como via para rebasar con cuidado en ambas direcciones. Esto evita largas filas y congestionamiento.  Nosotros aun en la autopista manejamos a la izquierda de la via, no importa lo lento que transitemos, haciendo que el que quiera rebasar tenga que esperar, pasar por la derecha, y luego ir zigzagueando entre vehículos con mucha tensión y peligro.  Además nuestros acotamientos de las carreteras, cuando los hay, son sitios de estacionamiento de vehículos y motos, basura, apilar escombros, poner macetas, tarantines, y hasta de vecinos reunirse, lo que impide que puedan usarse sin el peligro de reventarse y tener un serio accidente.  Podemos hasta encontrar hoyos y zanjas cubierto de grama o vegetación donde menos lo esperamos.
En los 1890 Km recorridos, no encontramos ningún inconveniente de seguridad.  Pudimos llegar y regresar con felicidad.  Claro, con la pena de haber tenido que despedir a una persona muy buena y muy querida, quien había cenado con nosotros en navidad y vino a despedirse antes del viaje del que no retornaría más que en cenizas.
La vida es así, todos nos vamos aunque no por orden de llegada, lo que nos luce injusto, pero ante la muerte nada tenemos que opinar.  Las sentencias son inapelables y mandatarias.  Paz a su alma.  La vida sigue.