Sin Temor… Ni
Favor…
Ser energético
Luis H. Arthur S.
Cuando era
profesor de la Universidad Pedro Enríquez Ureña (UNPHU) (1968-1974) hace ya
muchos años, aunque este tetramestre pasado volví a ofrecer una clase, recuerdo
comenzarlas escribiendo en la pizarra mi
nombre y profesión y haciendo una pregunta: ¿Cuántas cosas perciben ustedes que
existen en esta aula? La respuesta invariable
era ruido, calor, luz, aire, pupitres, muebles, olores, vibraciones, personas. Esto es, percibíamos todo lo que nuestros 5
sentidos (que ahora dicen que son 9) nos permitían comprobar.
Entonces les decía que no solo existen las cosas que nuestros
sentidos captan, sino muchas otras para lo que no tenemos trasductores, que estábamos
rodeados de muchas otras cosas que no veíamos pero que eran tan reales como las
mencionadas. Como ejemplo les ponía un
radio que allí detectaría las ondas de radio frecuencia que inundaban el aula como
todo sitio, con las señales de todas las emisoras del mundo. Igual muchas señales de TV, emisiones del sol
en forma de ondas, neutrinos, etc., emisiones radioactivas, empezando por la
caratula de nuestro reloj lumínico, de campos eléctricos y magnéticos. Aun no teníamos internet ni Wi-Fi, ni
satélites artificiales, ni conocíamos las del campo de Higgs, y estamos consientes
de haber omitidos muchas otras que aun hoy desconocemos. La idea era ampliarles su capacidad de
percibir y entender mejor el mundo que nos alberga y sus características y
hacerles curiosos y humildes.
La mayor forma de producir electricidad es creando un campo eléctrico por el movimiento de un conductor dentro
de un campo magnético. Sin estos dos campos no tendríamos esa forma
de energía tan útil. Ambos están indisolublemente
ligados en todo proceso electromagnético y aunque no lo vemos, alrededor de todo
conductor que lleve electricidad hay un campo magnético asociado como “forro”
externo perpendicular a todo su largo, que teóricamente se va debilitando hasta
llegar al infinito. Es como un paraguas
abierto. Con corriente continua es fijo
y con alterna es variable. Se abre en un
sentido, luego se cierra y se abre en el otro, 120 veces por segundo en corriente
de 60 ciclos o Hertzios.
Todos al ver un alambre de esos que pasan en la calle o tienen en
sus hogares, ven nada más que este y no el campo que lo rodea que es parte de su
“ser”.
Nosotros, como todo animal, somos seres energéticos que nos
manejamos con electricidad interior variable según nuestras actividades y por
tanto estamos rodeados también de un campos electro magnético variable, que al
no verlos nos hace erradamente creer que somos solo este pedacito de músculos,
pellejo y huesos. De viejo sabemos que
podemos detectar los campos electromagnéticos del corazón o el cerebro por medio
de trasductores (electro encefalógrafos y electro cardiógrafos) que nos
informan y nos grafican sus actividades, que comparadas con las que hemos
determinado como normales, dan información de la salud de estos órganos. Lo interesante es que detectamos ahora estas
ondas con sensores sobre la piel a pocos centímetros del órgano por conductividad
interior, pero también podemos captarlas hoy hasta cerca de 4 metros de
distancia sin ninguna conexión, pues llenamos nuestro espacio circundante como
el Wi-Fi de internet, invisible pero con toda la información suficiente y necesaria,
que aun no comprendemos en su totalidad.
De todo esto se ha venido hablando desde la antigüedad, de la
llamada aura que nos rodea y que ya la NASA fotografió y luce como aurora
boreal, de telepatía, de las experiencias extra sensoriales, a las que la mayoría
no le hemos dado nunca mucha importancia, básicamente por desconocimiento y desinterés,
pero que son tan reales como la luz y la gravedad ya que nuestro cuerpo es pura
energía.
Desde hace tiempo se trata de unir la “ciencia” y estas creencias
ancestrales, como si en realidad fueran creencias, sin entender aun que como ya
dije, la electricidad y el magnetismo
van ligados indisolublemente, Muchos
creen que por el estudio y análisis de estas manifestación y de estos campos periféricos
personales cargados de información, se puede diagnosticar la salud de los seres
vivos, igual que con un medidor externo tipo tenazas, se puede medir la
corriente eléctrica que pasa por un conductor y estudiar su comportamiento en un
osciloscopio y otros analizadores, basados en el principio de la inducción,
esto es sin ningún contacto físico.
La acupuntura china milenaria nos habla de equilibrar las energías
del cuerpo por medio de agujas que impactan puntos descubiertos e identificados,
en sincronismo por pares, que suman miles, por medio de meridianos internos de
comunicación. Hoy ningún médico que se
respete se atreve a decir como antes que son un disparate. Actualmente el biomagnetísmo (pares biomagnéticos)
hace algo similar, con la ventaja de no ser invasivo, y se abre camino contra
la inercia de la “ciencia” y de tantos que creen que en la universidad le
enseñaron la verdad absoluta y que el mundo no avanza ante la curiosidad de
investigadores, cuyos descubrimientos lógicamente deben ser comprobados. Se asegura y ya hay más de 20 años de
experiencias, y que por medio de pares
de imanes se equilibra el cuerpo energético por medio del potencial hidrógeno
(PH), permitiendo que éste, que es
perfecto, se cure a sí mismo de casi todas las enfermedades conocidas por patógenos,
incluido el cáncer y el VIH, que ante un cambio interno puntual del PH se
mueren y el sistema inmunológico da cuenta de ellos. Es una nueva esperanza, fácil, accesible y
barata, que no usa medicinas, que no habíamos descubierto y usado, y que con dificultad
y entusiasmo se abre paso, tratando de establecerse como una panacea para este
mundo atiborrado de medicinas caras y no accesibles para todos, que generalmente
no van a la raíz del problema, sino a mitigar los síntomas y con muchos efectos
secundarios, por lo que su uso se perpetúa y precisamente ese comportamiento de
uso continuo deja pingues beneficios a una gran cartel, demasiado poderoso y “legal”,
el de los fármacos, que a la vez que “curan”, matan. Por efectos secundarios y choques entre
medicamentos mueren en EE.UU. unas 700,000 personas al año. Seguiremos…
Monterrey, Méx * luis@arthur.net
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