sábado, junio 03, 2006

EL TRIANGULO DEL PODER

EL TRIANGULO DEL PODER

Por: Luis H. Arthur S. http://www.luis.arthur.net/ http://www.luisharthur.blogspot.com/ 3 Junio 2006

Tuve un amigo de infancia, que teniendo el apellido correcto en el momento preciso y habiendo demostrado el interés, dinamismo, capacidad e inteligencia, fue enviado al extranjero cuando terminó su carrera universitaria para adquirir los conocimientos necesarios y suficientes para ser el futuro dirigente de la industria que su abuelo, un amigo y un emporio europeo, poseedores mundiales de esa tecnología, habían fundado a principio de siglo 20, siendo los europeos accionistas mayoritarios. Cuando su abuelo viejo y ciego no pudo continuar en el mando, se lo paso a su hijo, el tío de mi amigo, quien por varias décadas manejó el negocio, con una transparencia, pulcritud y honestidad que eran blasones de orgullo y auto respeto en esos tiempos desgraciadamente ya idos. El tío tenía dos hijas, pero en esos tiempos las mujeres no dirigían empresas.

Cuando este joven agotó un tiempo en la casa matriz en Europa aprendiendo la tecnología y forma de operar ese negocio, y permitiendo que los socios mayoritarios le conocieran, regresó al país y se empleó a fondo en desarrollar una industria diferente a la tradicional del grupo, con el tacto y la inteligencia de no crear conflictos y suspicacia y de demostrar la capacidad y creatividad que le generaran meritos propios.

A la vuelta de muy pocos años, este nuevo giro industrial sobrepasó al tradicional, y su estrella y poder fueron elevándose en el firmamento, con tanto brillo que en menos de una década había sustituido a su anciano tío en el manejo total del complejo y en el Consulado honorario de ese país Europeo.

A medida que se fue desarrollando como empresario de fuste y de vanguardia, fue incursionando en los gremios y enclaves empresariales e industriales, llegando a ocupar varias veces posiciones cimeras. Llego a ser uno de los grandes.

Su peor reto vino del hecho que la industria que creó, hacia competencia a una existente y poderosa que hasta ese momento había dominado casi totalmente el mercado. La lucha fue tenaz, virulenta y penosa, llegando hasta lo personal cuando el competidor no se resignaba a perder mercado.

Indudablemente que la empresa competidora era además muy rica, y optó por ponerle una competencia en el área de la industria tradicional, que la llevo a situaciones económicas muy difíciles y al cabo en un acuerdo de negocio, posiblemente buscando el equilibrio y la paz, le fue vendida al competidor, dándose el lujo y el gusto de cerrar esa empresa casi centenaria.

Este amigo mío, en la cúspide de su poder y prestigio, nos hablaba del famoso triángulo del poder cuyos 3 vértices eran Prestigio, Poder y Dinero y si mal no recuerdo su dinámica rezaba así: “Poder genera Dinero”; “Dinero genera Prestigio”; “Prestigio genera Poder”, con lo que se cerraba el ciclo. Cada nuevo ciclo retroalimentaba al siguiente, lo que le daba la posibilidad cada variable de crecer, llegando supuestamente a hacerlo indefinidamente. La idea era que una persona o grupo envuelta en esta dinámica cada vez iba a tener más Prestigio, Poder y Dinero.

El amigo llego a estar bien posesionado en estas tres variables, a tal punto que fue nombrado embajador en la posición más codiciada, llegando a ser el decano del cuerpo diplomático en esa nación, por su larga permanencia y su fructífera labor. Su abuelo, del mismo nombre había ocupado la misma posición muchas décadas antes.

Estaba en la cúspide de su prestigio, pero al tener que alejarse de la industria por tanto tiempo, con un adversario tan tenaz y terrible, y teniendo que aportar recursos personales debido al limitado presupuesto oficial de la embajada, su empresa se vino a menos, su adversario logró una opción de compra y terminó con un administrador interventor, en pleitos judiciales que ignoro sus resultados.

Mi amigo, que tan claro tenia la armonía e interdependencia de los tres vértices del triangulo del poder, como si fueran las tres patas de una mesa, creció desproporcionadamente en “Prestigio”. Posiblemente también creció en “Poder” pero un poder distinto a su naturaleza empresarial, el diplomático, pero posiblemente decreció en “Dinero”. La mesa quedó muy coja.

Hoy tenemos la ausencia de su gran experiencia y muchos contactos internacionales, pues aunque aun lleno de energía, no incide en la vida pública ayudando con su consejo a la problemática nacional.

La gran lección para mi es que en la vida hay que ser muy prudente, y al jugar en el juego que ella nos traza, hay que hacerlo con mucha armonía, y cuidarse de algunos regalos envenenados, sobretodo cuando uno tiene principios y herencia honorable, y trata de hacer bien las cosas, y no enriquecerse con ellas.

Claro, muchos de nuestros políticos y no políticos se estarán riendo a carcajadas si es que llegan a leer esta formula quijotesca. ¡Para ellos sólo el dinero basta! Y el poder lo quieren y lo usan no para lograr prestigio, sino más y más dinero.

Como colofón traigo las palabras del Papa Benedicto XVI quien en su Audiencia General del miércoles 1 de Junio del 2005, dijo: “el poder, la riqueza, el prestigio no responden a la sed de nuestro corazón”

Fin