martes, enero 11, 2011

GUERRA II

Sin Temor… Ni Favor…

Guerra II


Luis H. Arthur S.

La violencia ahora es la norma. No sólo la violencia de las armas y de la guerra, sino la peor y que pasa desapercibida para los grandes periódicos y noticieros, la violencia económica, que está destruyendo sociedades y naciones, y condenándolas a la otra violencia.
Como todo lo que no se ataja a tiempo, se permitió que la delincuencia, que con la droga se internacionalizó, se hiciera grande y fuerte, y cuando en México hace 10 años vino el cambio y el PRI tuvo que salir de la casa de gobierno, dejó toda una organización que produce demasiado dinero, no respeta las leyes de nación alguna, ni paga impuestos. Quedaron los enquistados en la burocracia y el poder, disciplinados, que no solo ganaban bien, sino que no podían bajarse del tren ni arrepentirse sin riesgo de muerte personal y familiar, pues esas son las reglas, quien entra generalmente no sale vivo. Personas aleccionadas al irrespeto de toda norma y derecho humano de los demás, que para ellos si piden cuando llega el momento, y nosotros obnubilados le damos la piedad que ellos nos niegan.
Diputados, Senadores, Jueces, gobernadores, Presidentes Municipales (Síndicos), Legisladores Estatales, Ediles y toda una trulla de funcionarios menores, estaban en nóminas. Sólo le había arrebatado el poder ejecutivo, en los de más alto niveles, donde se repartía la mayor parte de los peajes.
Los cuerpos de protección ciudadana: policías federales, estatales y municipales, y una serie más de corporaciones, estaban contaminadas de arriba abajo y entre todos formaban el gran mundo de la delincuencia en grande, sin que esa bastara para dejar pasar la pequeña.
No se satisfacían con lo mucho que ganaban, querían siempre más, y prosperó la industria del secuestro y la extorsión. Comerciantes y empresarios tenían que pagar cuotas mensuales de protección La CTM y la CROC, organizaciones sindicales gansteriles parte del PRI, eran un azote al estilo la mafia de EE.UU. Muchos delincuentillos de poca monta crearon pandillas de secuestro, manejadas o protegidas por la policía, donde para probar el secuestro cortaban orejas, dedos para que los familiares aflojaran la plata. Y en la expansión de esta actividad, crearon el secuestro expreso, donde retenían o de alguna manera convencían a los familiares de que sí lo tenían o que se encontraba en inminente peligro de muerte, y pedían y generalmente obtenían pequeñas cantidades de dinero, sin arriesgarse mucho. Hablo de $200, $500 o $1000 dólares.
Aunque parezca similar, no me refiero a nuestro país, donde las prisiones lucen hoteles privados que cuestan, y aun hoy la policía exige dinero hasta para dejar ver a un preso, o llevarlo al hospital o a juicio, y donde las pruebas se evaporan y se acomodan, cuando el buen dinero fluye.
Monterrey, Mex.* luis@arthur.net * www.luis.arthur.net * www.luisharthur.blogspot.com *10/I/2011