lunes, julio 31, 2006

AGUACERO TROPICAL?

AGUACERO TROPICAL?

Por: Luis H. Arthur S. www.luis.arthur.net www.luisharthur.blogspot.com 30 Julio 2006

Cuentan que un policía de Amet detuvo un vehículo y le pidió sus “papeles” al conductor privado y le dice que iba a multarlo por no traer el cinturón puesto. Le comenta: ¿Ud. no vio u oyó la campaña que tenemos para que se cumpla la ley de abrocharse el cinturón y salvar vidas? El conductor le responde: Si la vi y la oí, ¡pero eso fue la semana pasada...yo creí que ya eso había pasado!

Trópico impredecible, en que el día menos pensado llueve, sin previo aviso, y cinco minutos después vuelve a brillar el sol más radiante y más hermoso, y el clima se refresca y la vida sigue un poco más agradable cuando pasa el bochorno.

He visto tantas campañas gubernamentales en los años vividos que “duran menos que una cucaracha en un gallinero” parafraseando al Profesor Bosch, que tengo que tener grandes dudas sobre las recientes medidas gubernamentales contra la delincuencia por la que todos clamábamos. Sobretodo cuando llegan en momento de escándalo gubernamental por el contrato sobrevaluado de $132.4 millones para equipar a la Policía Nacional y la Isla Artificial que ahora es huérfana, la desobediencia partidaria de los legisladores, que el rumor achaca al dinero, al mucho dinero fluyendo al Honorable Congreso Nacional (¿será esto delito?), y la indelicadeza de la aceptación con beneplácito de la estatua regalada a Funglode. Vivimos en los tiempos en que na’ e’ na’.

Vienen a mi memoria tantas campañas pasadas hoy convertidas en recuerdo: contra los motoristas para que usen cascos, para que no transiten por los elevados, para que tengan placas, matriculas y seguros. Las redadas contra los ruidos de los colmadones y las ventas con bocinas por las calles (las campañas políticas tiene permiso de ensordecer y exasperar); contra la basura; contra el pasarse en luz roja; no llevar el cinturón; no hablar por celular; transitar por la derecha; tener revista; no andar si placa; no hacer talleres o expendios en la vía pública. Evitar las carreras de jevitos en la Lincoln, Kennedy y 27 de Febrero. Las redadas contra el narco-menudeo; contra los abusos e inseguridad de los choferes públicos que transitan en carros destartalados y entaponan el tránsito. El adecentamiento de la justicia y de los tribunales de tierra. La depuración de la policía. La campaña contra la falsificación de actas de nacimiento y el cobro abusivo por algo que es gratis, y limitar ilegalmente su duración a sólo 3 meses??????. Y tantas otras. Son como las olas del mar que vienen en sucesión una a una o como las modas femeninas, duran poco y siempre vuelven y vuelven, como era el lema del “más digno entre los indignos” (Guido Riggio Pou)

Todo se convierte en “mucha espuma y poco chocolate”. La autoridad se cansa en unos cuantos días.

En mis tiempos de joven cuando alguien que debía actuar se mantenía pasivo, e intempestivamente cuando se le llenaba el cachimbo reaccionaba draconianamente, le decían le dio un “sifilazo”. Los gobiernos no están para actuar “sifilíticamante” cuando se encuentran acorralados por sus propios errores, descuidos, mala orientación y el abandono de sus deberes. Dicen que Trujillo decreto la matanza haitiana en un “sifilazo”.

Las medidas tomadas y anunciadas son buenas, pero desgraciadamente son medidas aisladas que no forman parte de un estamento ordenativo de acciones permanentes inter-departamentales, pensadas con la cabeza, legisladas y ejecutadas armónicamente para una acción normal, perenne y sin tanta premura y velocidad, informalidad y confusión, que puede causar muchas victimas inocentes y más desgaste y descredibilidad de la autoridad ante la ciudadanía. Supongo que los delincuentes, los dueños de comercios expendedores de bebidas alcohólicas, importadores y vendedores de armas y municiones y los increíblemente millares de puestos de expendios de drogas que nos revela la autoridad que existen, sólo estarán esperando que pasen una semana o dos y todo se acomode y vuelva a lo mismo de antes, y hasta quizás un poco mejor, pues la autoridad estará cansada y frustrada.

La delincuencia no se cansa, no se frustra, no se detiene. A la postre nos están enseñando con plomo que los funcionarios y empleados cumplidores, serios y honestos son los que estorban y a los que hay que eliminar.

Los mismos beneficios de quienes menguan a base al pueblo y su anhelada seguridad, seguirán fluyendo a los actores y sus socios mayoritarios, ¿o creen Uds. que ellos renunciarán tan fácilmente a sus negocitos millonarios? Con políticos y justicia corruptibles o incapaces, o ambas cosas a la vez, que sueltan al delincuente antes de que lleguen a la cárcel, los resultados prometen ser muy pobres. Hay un aforismo que dice, que “las cosas tienen que cambiar para seguir igual”.

Un ingeniero civil para construir un edificio hace planos, cálculos, diseña zapatas y estructuras, considera ciclones y terremotos, escoge materiales, traza un plan de trabajo con buen personal y diligentemente los dirige por el tiempo de construcción. Su obra perdura. En cambio si toma buenos materiales y personal y los pone a lo loco sin planes, ni cálculos, el edificio desgraciadamente se cae.

Los golpes de efectos son como lluvias tropicales…

¿Como resultarán estas medidas? ¿Un aguacero tropical, un palo a ciegas, un sifilazo?. Es bueno tener la autoridad vigilando previniendo y combatiendo el delito, es bueno que se controle la venta e ingesta de bebidas alcohólicas y que se vuelva a la orientación de ser una sociedad de trabajo y vida adusta, no de parrandas, fiestas y borracheras. De noches enteras para beber y días para dormir el cansancio y la resaca. Es bueno que se controlen todas las armas, no importa en mano de quien estén, es aun mejor que se controle el tráfico venta y consumo de estupefacientes, que tantas veces se ha dicho está auspiciado por grandes poderes extranjeros y nacionales, civiles, militares y políticos. Todas las medidas son buenas, convenientes y necesarias. Las apoyo y las defiendo. Lo malo sería que siguiéramos con la costumbre nacional de que casi todo quiera ser solucionado por medidas muchas veces buenas pero emanadas de la desesperación, del inmediatismo y por tanto duran menos que un aguacero en el trópico.

Fin