martes, julio 27, 2010

CULPABLE YO (II)

Sin Temor… Ni Favor…

Culpable yo (II)


Luis H. Arthur S.

No entendemos por qué no pensamos y analizamos, o porque no queremos entender, sino buscar algún culpable que me libere de esta responsabilidad que se torna agobiante.
En Holanda hay una estatua y una leyenda acerca del niño Hans Brinker que bajo una tormenta que todo lo inundaba, viendo un pequeño hoyito en un dique que almacenaba muchos millones de metros cúbicos de agua, sabiendo que si se destruía, la avalancha de agua y lodo arrasaría a todo el pueblo, sus habitantes, sus animales, y toda su riqueza, no sólo en ese sitio sino aguas abajo, como sucedería con Tavera-Bao en Santiago y toda la Línea norte, metió su dedito en el hoyito para evitar que un pequeño chorrito de agua en pocos minutos se agrandara y en rápida sucesión de eventos la hiciera colapsar. Fue encontrado al día siguiente pero ganó el tiempo necesario para su conveniente reparación y fue el salvador de pueblo y desde entonces se le rinde tributo.
Nosotros no nos percatamos del hoyito que se abría, y si lo hicimos entendimos que era a otro a quien le correspondía taponarlo y nos desentendimos. Hoy sufrimos esta avalancha de degradación y miedo que nos alarma, ante la que no somos personalmente capaces de enmendar o detener, pues excede muchas veces la labor de uno o pocos hombres, y en vez de buscar ayuda y sumar la nuestra a un esfuerzo titánico, serio y largo, preferimos ante un trago de alcohol o una cerveza, una mesa de dominó, un día en la playa o en la montaña, como inocentes palomitas buscar culpables para sentirnos bien.
Es cierto que al Gobierno le cae una gran responsabilidad, que ellos son electos y nombrados para garantizarnos bienestar y tranquilidad, pero nosotros somos sus jefes, los que deberíamos estar atentos a sus acciones y cuando se equivoquen de rumbo, hacerlos cambiar y recobrar el correcto.
Ellos son culpables, pero nosotros lo somos más.
Hemos sido poco democráticos, poco solidarios, incapaces de crear y mantener instituciones civiles, de escribir, y piquetear legisladores, funcionarios y políticos.
No hemos entendido que la democracia reside en el pueblo, y que no requiere violencia, a menos que la quieran violentar. Que los gobiernos dictatoriales, no importa cómo se vistan ni se autonombren, son los que se nos imponen y nos llevan a los Lilís, los Trujillo y a este pichón de perínclito que nos gobierna, o mejor dicho, que se proyecta afuera, a expensas y en detrimento nuestro.
Sto. Domingo, R.D.* luis@arthur.net * www.luis.arthur.net * www.luisharthur.blogspot.com *27/VII/2010