jueves, julio 29, 2010

CULPABLE YO (IV)

Sin Temor… Ni Favor…

Culpable yo (IV)


Luis H. Arthur S.

La población ha perdido la confianza en la policía. Empezaron hace tanto con el “macuteo”, perdieron la mística y el respeto, pero nunca los métodos de la dictadura. Los jefes por grados les exigían dinero diario a los inferiores. Ellos deseaban también completar e incrementar sus salarios de hambre. Se dieron cuenta que eran los que se arriesgaban para que los jueces soltaran, para que los jefes convinieran y los políticos zanjaran delitos, generalmente por dinero y favores. Atajaban para que otro enlazara. La gente ya no se paraba ante su mando indiscriminado, medalaganario y violatorio del derecho de tránsito, pues sabía que era para quitarle dinero y la moral fue arrastrada. Nadie se quejaba y se sigue aceptando esta violación sin molestarse.
Ellos comenzaron a negociar, a tener colmadones, puntos de drogas, a extorsionar a delincuentes y comerciantes, a tener sus bandas privadas para robar, dar tumbes, cobrar peajes, repartirse los vehículos recuperados, en fin, y para que la gente creyera que hacían su trabajo, mataban y asesinaban a diestra y siniestra a los pobres, atracaban, se hizo práctica hacerlo no solo en despoblado con nocturnidad, sin uniformes, como delincuentes, sino hasta en lo claro. La delincuencia se puso los uniformes que ellos no usaban, creando más desconfianza y desasosiego. Entonces comenzaron a matar a quienes no se paraban. Ahora resulta que el slogan con que el pueblo denuncia y se defiende “Policía no me mate que yo me paro” la califica de agresión contra los sanguinarios que agreden y matan con protección oficial y política. Sin mayores consecuencias. El pueblo debe ser siempre el abusado.
Cuando quiere democráticamente protestar, pacífica, ordenadamente, como consagra la Constitución y las leyes, son reprimidos, lo que necesariamente acumula presión social, y va a ocasionar, tarde o temprano, un lamentable estallido…
La policía, con rangos militares, siendo una institución al servicio del orden ciudadano, mantiene sus mismos métodos dictatoriales, a la que ahora se suma por desgracia, una corrupción increíble y galopante.
Todos nos preguntamos por qué el Gobierno mantiene y fomenta este estado de cosas, e indudablemente es porque le conviene, porque forma parte del plan maquiavélico con que se nos gobierna.
Sto. Domingo, R.D.* luis@arthur.net * www.luis.arthur.net * www.luisharthur.blogspot.com *29/VII/2010