miércoles, noviembre 17, 2010

CUANTAS COSAS II

Sin Temor… Ni Favor…

Cuantas cosas II


Luis H. Arthur S.

Bosch, con mucha capacidad y experiencia política, quizás creyendo que iba a cambiar a los trujillistas y militares, pensando que eran víctimas también del poder y del miedo, o por estrategia política, propuso el borrón y cuenta nueva y dejó la maquinaria intacta aunque controladísima por meses. Pienso que buscaba la reconciliación, la paz y la armonía de todos los dominicanos, que no corriera más sangre, y creo que también ganar su apoyo en las elecciones contra Unión Cívica, derechista y antitrujillista radical, que fue la gran cohesionadora del pueblo para las protestas y contra los remanentes del régimen, junto al 14 de Junio que la antecedía y otros grupos de jóvenes de orientación izquierdista a quien la patria les debe mucho, sin que ahora podamos saber, salvo especular, qué hubiera resultado si los cívicos y los demás organizaciones hubieran ganado el poder. Bosch fue testigo de la subida de Fidel y los juicios y fusilamientos, muchos ejemplarizadores, que aquí se hacían más que necesarios y nunca se hicieron, sino todo lo contrario. Los Trujillistas siguieron masacrando a los puros.
Quizás, sin el borrón se hubiese limpiado la casa, o se hubiera engendrado mayor división y sangre y hasta nuevo dictador.
Hoy vemos que por evitar traumas, hemos vivido traumados por medio siglo, sin haber podido superar la vergüenza de nuestras claudicaciones, de nuestras tontas y honestas aspiraciones, al posponer nuestra necesaria reivindicación como pueblo. Hoy seguimos combatiendo la punta del iceberg que identificamos como el problema, cuando por abajo, fuera de la vista y percepción de la mayoría, nos siguen manillando, esquilmando, dominando, con las argucias y los métodos trujillistas, caudillistas, con tantas mentiras dichas con palabras bonitas, con tanta corrupción y robo de nuestro dinero. Pienso que fueron y son comportamientos intrínsecos de nuestra idiosincrasia como pueblo y no invento del tirano. Ni nos vimos ni nos vemos como país y quizás mentalmente seguimos siendo aquella estación de posta para descansar y llegar al continente del siglo XVI.
Y aunque nos parezca mentira ahora escuchamos incrédulos los mismos epítetos lambiscones de entonces, que luce que nunca olvidamos en nuestra mente colectiva, en nuevos labios, dichos al actual presidente, sin pena, ni vergüenza, como determinismo histórico de un pueblo que se resiste a ser país y busca la disolución.
Podría, si encontrara mis cuadernos de niño, hacer una composición al actual perínclito, con los mismos elogios y epítetos de antes, que niños al fin, nos salían del alma y del corazón, sólo cambiando el nombre de Trujillo. Baste leer la penosa carta de los Senadores, los letreros panorámicos, las alabanzas por todos los medios radiales, televisivos y escritos, donde ya se le compara con Dios al llamarle El Redentor, título que nunca Trujillo tuvo ni se atrevió nadie a dárselo.
Sto. Domingo, R.D.* luis@arthur.net * www.luis.arthur.net * www.luisharthur.blogspot.com *17/XI/2010