viernes, julio 04, 2008

OBRAS DEL ESTADO II

Sin Temor… Ni Favor…

Obras del Estado II

Luis H. Arthur S.

En este juego que alimenta la corrupción primordialmente, se asignan obras cuya prioridad, alcance y calidad son muy cuestionadas, a políticos, militares, senadores, diputados, del partido, y posiblemente hasta jueces, extensivos a sus queridas, novias, parientes y hasta amigos.
Como ninguno de ellos saben hacerlas, extraen para su beneficio la mayor cantidad de dinero posible, preferiblemente por adelantado, en venta del contrato, “lo mío por delante” y buscan a algún incauto ingeniero sin trabajo, conexiones o posibilidades, que creyó que contribuiría al desarrollo nacional y hacen carreteras, malas y deficientes, que se dañan al poco tiempo, que sufren derrumbes, puentes que se caen ante el primer embate de la naturaleza y edificaciones que esperan un fuerte temblor de tierra.
Los retrasos, paradas de cualquier obra, la encarecen naturalmente, sin contar la inflación constante que aumenta los precios. Cuando al fin, quizás después de años, puede concluirla, esta es muy deficiente aunque luzca bonita por la pintura y muchas veces el Ingeniero se encuentra que quedó endeudado, y para colmo, para lograr que le salden tiene que dar parte de lo que le adeudan para perder menos.
Claro no es lo mismo recibir un saldo varios años después, cuando el valor de la moneda es otro, el gobierno no paga intereses como en otros países. Los cobra junto con mora e infinidad de recargos ante el atraso de un contribuyente a sus deberes, pero él no los paga.
Estas circunstancias hacen que tantos contratistas pierdan su libertad, su patrimonio y su vergüenza sobre la calidad de una obra, y lleguen a contentarse con cobrar algo y quedar debiendo mucho y a veces para siempre.
La Asociación que debería defenderlos, el Codia de las lentejas, sus directivos se venden, disfrutan de los ingresos del gremio en un banquete donde pocos son invitados, y cuando salen van a subsecretarías y a atender sus propios contratos estatales.
Desde siempre decidí no trabajarle al gobierno, como una forma de no andar estresado, vender mi alma al diablo y sentirme agarrado siempre por el Pichirí, como diría Hipólito, otros dan pena sus condiciones y las cosas que tienen que hacer y no hacer, para nunca disgustarse con el Presidente y los de arriba y que algún día les paguen.
S. Domingo, R. D. * luis@arthur.net * www.luis.arthur.net * www.luisharthur.blogspot.com * 3\VII\2008