lunes, diciembre 08, 2008

EL DON DE LA PALABRA

Sin Temor… Ni Favor…

El don de la palabra


Luis H. Arthur S.

El don de la palabra, el poder expresarnos, es algo maravilloso. El poder comunicarnos, decir nuestras ideas y generalmente influenciar a otras personas con lo expresado.
La afinidad entre personas necesita de constante renovación como vacunas de refuerzo, para lograr que la armonía, el respeto o el temor no se amortigüen y tiendan a desaparecer.
Ese don no es intrínsecamente bueno o malo, sino que dependerá de las intenciones de quienes lo dicen y de los que lo escuchan. Así cuando la palabra se usa, para expresar solidaridad, alabanzas, oraciones, consejos, esperanza o trasmitir conocimiento y tradiciones, entre otras, es buena, y cuando se usa para hablar mentiras, dominar, engañar, pretender, fingir, doblegar, desinformar, calumniar, es mala. Por eso alguien dijo que la palabra se inventó para esconder la verdad.
Todos tenemos el don de la palabra, dicha o escrita, y lo usamos convenientemente a nuestros propósitos y fines.
Unos son tan verbosos y mentirosos que en el argot popular les llaman “mueluces”, y en esta categoría los hay que la usan sólo para conquistar parejas, para engañarlas y hasta robarles y someterlas. Ámbito muy reducido con el cual se conforman. Algunos la usan para trasmitir conocimiento, enseñar como profesores y maestros. Otros, como sacerdotes y predicadores para trasmitir y convencer en aspecto religioso, aunque muchos predicadores sean atropelladores de la palabra que luce como torrente bulloso sin puntos ni coma, dichas para sordos, quizás buscando demoler invisibles paredes interiores, y en eso son similares a los vendedores ambulantes, que micrófono en mano parecen que se van a asfixiar. Otros como los políticos la usan para buscar apoyo, decir mentiras, pintar castillos en el aire, justificar errores, querer cambiar lo malo en bueno, trastocar lo lógico por lo ilógico, dicen, se desdicen y luego niegan todo, quieren siempre presentarse como encarnación divina, como personas que trabajan únicamente para el bienestar nuestro, cuando en realidad lo hacen para su bienestar, gloria y riqueza.
La razón, la educación, el discernimiento son la mejores pruebas para poder distinguir la intención de la palabra.
¡Qué nuevo cuento nos contará el Presidente esta noche!
S. Domingo, R. D. * luis@arthur.net * www.luis.arthur.net * www.luisharthur.blogspot.com * 7\XII\2008