INSEGURIDAD JURÍDICA
Por: Luis H. Arthur S. http://www.luis.arthur.net/ http://www.luisharthur.bolgspot.com/ 14 Enero 2007
Los documentos que el Estado por ley emite, llenos de sellos y timbres, tienen el aval del mismo y no puede dudarse de su validez y valor, entre ellos el dinero impreso y acuñado, cheques, pasaportes, cédula, licencia y títulos de propiedad, etc. Todos son susceptibles de falsificación por delincuentes.
Si cualquiera o todos estos documentos no tuviesen garantía de validez, viviríamos en un mundo de incertidumbre, caos legal y desconfianza, por lo cual la ley les da, otorga y garantiza fe pública y respaldo irrestricto del Estado.
Cuando voy a un banco a abrir una cuenta y entrego mi cédula, que podría ser falsa, no me piden una certificación de la misma, que también podría ser falsa, sino que entran al Registro Nacional de Electores, documento público, y comprueban en segundos que la misma es mía, es legal, está vigente y es de folio único. En otras palabras, no soy yo quien tiene que demostrar si un documento con garantía del Estado es falso, pues se presupone constitucionalmente mi inocencia, hasta prueba en contrario. Me lo tienen que probar.
Así, toda petición de documento al interesado de “Buena Conducta”, de “No Delincuencia”, de “No Antecedentes”, de “Certificación de Actas”, etc., a ciudadano del país, luce ser ilegal, abusivo y desbordante de los derechos individuales.
Es a la autoridad a quien compete indagar su validez, tal como muy bien hacen los bancos, que respetan más al ciudadano que el mismo Estado.
Cuando cumplí 30 años de ser Radioaficionado, la Dirección de Telecomunicaciones me otorgó el 14 Enero 1996 el Certificado 381 con vigencia de por vida.
En días pasados revisando por Internet la lista de Radioaficionados, no me encontré. Fui con mi certificado a INDOTEL, una isla de eficiencia en nuestro país, y entrevistándome con la Secretaria del Departamento de Licencias, me dijo que para aparecer en la lista y darme mi licencia enmicada, tenía que llevar un Papel de Buena Conducta. Le expliqué que mi Licencia era de por vida, y que no estaba sujeto a ningún tipo de renovación, que la nueva ley ratificaba mi condición y tampoco era retroactiva. Consultó con su jefe quien no me recibió pero ratificó el requisito. No apareceré en la lista de radioaficionados, tampoco un viejo amigo en igual trance y actitud de no permitir abuso.
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