sábado, febrero 03, 2007

CALIDAD DE VIDA

CALIDAD DE VIDA

Por: Luis H. Arthur S. www.luis.arthur.net www.luiharthur.blogspot.com 2 Febrero 2007

Tengo un amigo en México que es más católico que el Papa, y me decía por allá por el 1965, que la primera obligación de las personas era vivir bien.

Vivir bien él lo entendía como vivir con calidad. No el tener dinero en demasía y estar estresado todo el tiempo, sino el necesario para ir cubriendo las necesidades y tener un buen ambiente, sano, seguro, donde se viva sin miedo a ser atacado, robado, secuestrado. A tener buenas escuelas para los hijos y gozar de libertad, buenos vecinos y conciudadanos y aprecio comunitario.

Yo le entendía cabalmente, pues en mi pueblo así vivíamos cuando yo era jovencito, con más dignidad que dinero, pero a falta de este, había mucho respeto y armonía.

Cuando regresé al país, en 1967, ese era el ambiente en que por suerte pude criar a mis hijos. Entiendo que no era una situación generalizada, pero éramos un pueblo bueno.

Han pasado los años y cada día el desasosiego se apodera más de nosotros.

Hoy nada tenemos por seguro, ni siquiera la vida. Menos nuestros bienes. Nos hemos transformados en un páramo social por obra y gracia de nosotros mismos, de nuestra abulia y el deseo de crecer desmedidamente, creyendo que los demás satisfactores iban a seguir siendo como siempre habían sido. Sin cuidarlos.

Hoy vivimos en un país que materialmente crece, pues está lleno de elevados y vehículos que entaponan las calles y nos hacen la vida de cuadritos, pero nos encontramos con que nuestras casas tiene que estar enrejadas, con vigilancia privada los que pueden pagarla, con alarmas y armados, para que nos maten con nuestra propia arma, temerosos de salir, cuidando nuestra persona, vehiculo y bienes, y temiendo por nuestra esposa, hijos y nietos. En un sobresalto continuo.

Se roban todo lo que tenga algún valor, tarjas, estatuas, alambres, postes, lámparas, tapas de alcantarillas, celulares, carros, muebles, pupitres. Y cuando nos morimos, encontramos que se han robado la tierrita que habíamos prudentemente comprado, y donde nos entierren corremos el riesgo de que nos roben el ataúd y todo lo que nos cubría, y nuestros huesos rueden por cualquier sitio al desamparo.

Hemos perdido nuestra calidad de vida y debemos de hacer algo urgentemente.

luis@arthur