miércoles, septiembre 24, 2008

MILAGRO MERCEDARIO

Sin Temor… Ni Favor…

Milagro Mercedario

Luis H. Arthur S.

De tanto recordar sueños tuve una pesadilla. Erase un pueblo de nuestro sur caracterizado por su apego al trabajo y por sus mangos dulces como la miel, donde la gente sembraba hielo y muchas cosas más y eran devotos de la Virgen de Regla. Un día llegaron hombres malos, muy malos, con mucho dinero y compraron protección e impunidad y por dinero unos y temor otros, aquel pueblo trabajador y honesto se había convertido en un lugar de droga y crimen. 100 puestos de droga, cada uno con peaje de $20,000. $2 millones diarios. Era mucho dinero. De repente ¡escándalo! 7 muertos y droga desaparecida. Muchos se quejaban por lo bajo y como siempre, uno, asumiendo gran riesgo de vida para él y sus familiares, denunció públicamente los que venía pasando, y declaró que desde mucho tiempo atrás había estado llevando documentos al Consultor Jurídico, al Secretario de Interior y Policía, al Procurador General, a la Secretario de las Fuerzas Armadas, a la Policía, DNI, DNCD, Cámaras Legislativas, etc., y que nadie hizo caso. Daba nombres de supuestas autoridades involucradas. A nadie le importó y nada hicieron. Y eso que él no era un cualquiera, sino un Senador de la República, con varios periodos en dicho cargo, fundador del partido en el gobierno. A esta altura de la pesadilla, la boca me sabia ácida, pues surgían una serie de conjeturas irracionales, de preguntas, de inquietante pensar que había compromisos, que el dinero había alcanzado y había complicidad. El Presidente creó una “Comisión”, otra que sustituye y prolonga, cuyo informe descargó a los señalados por el Senador, quien, como consecuencia, salió demandado y con precio por su cabeza blanca.
Mi sueño se hizo más placentero cuando al Senador lo internaron en el 28 por alucinador, la Comisión declaró que esos 7 muertos cerca de Paya eran miembro de una secta religiosa extremista y se habían suicidados colectivamente y sólo un octavo sobrevivió mal del coco. Que nunca existió droga, ni tumbe, ni puestos, ni lanchas, ni complicidades. Desperté bruscamente y esboce una sonrisa de satisfacción, ¡era un sueño! ¡Qué bueno que Baní sigue siendo Bani con sus dulces de Paya!
S. Domingo, R. D. * luis@arthur.net * http://www.luis.arthur.net/ * http://www.luisharthur.blogspot.com/ * 23\IX\2008RO MERCEDARIO