miércoles, septiembre 17, 2008

REMINISCENCIAS III

Sin Temor… Ni Favor…

Reminiscencias III


Luis H. Arthur S.

Ese amigo, como tantos, no fortaleció sus alas y nunca emprendió el vuelo, y es que el lugar nativo, la magia de los pueblos pequeños donde uno siempre es alguien, donde tantos alimentan nuestra psiquis, son como imanes que por siempre perviven en nuestros recuerdos más agradables y también son muchas veces anclas para cuando la tormenta golpea las alas del que vuela. Hemos dejado tanto de nosotros allí, como valija que no cupo. Como tesoro de pirata enterrado y que sólo nosotros sabemos el lugar, y cuando el momento llega, que llega muchas veces, vamos recuperándolo con ese sentido de propiedad único, de saber que es sólo nuestro y siempre lo será.
Los que de alguna manera no hemos matado nuestro niño interior, y seguimos soñando, sin a veces poder decirlo a nadie, so pena de que se nos rían en la cara, con sueños emotivos que compensan esta irracionalidad estúpida que nos subyuga, esclaviza y obliga a comportarnos de acuerdo a las convenciones establecidas y a los patrones “normales”, y que cuando niños o adolescentes nada nos importaban. Vivíamos plenamente.
Nuestro tesoro morirá con nosotros y nunca nadie podrá encontrarlo, y sólo tendrán atisbos del mío por lo que escribo. Son nuestras riquezas primarias, nuestro alimento del alma que nos permite llegar hasta el final, y hacerlo con una sonrisa. Nuestro es el balance de nuestros sueños, angustias, decepciones y realizaciones.
Otros, incluidos amigos, padre, hermanos, esposa, hijos, nietos, habrán vivido parte material de ellos y pocos la parte espiritual. Ellos tiene los suyos, que espero que sean ricos, inagotables y que como combustible de cohete interestelar les alcance para completar su vuelo.
Nos fuimos alimentando de ideas sanas, aprendiendo a comportarnos en la sociedad en que vivíamos, y que a esa edad cuestionábamos poco, para luego poder proyectarnos y vivir armónicamente.
A medida que crecíamos los caminos fueron apareciendo y las puertas abriéndose. Diferentes para cada uno. Yo fui caminando y franqueando los míos, y en cada nuevo ambiente había nuevos requerimientos y retos y tuvimos que pasarlo por el cedazo de lo aprendido, de lo inculcado, de nuestros sueños, metas, aspiraciones y limitaciones morales.
S. Domingo, R. D. * luis@arthur.net * www.luis.arthur.net * www.luisharthur.blogspot.com * 16\IX\2008