martes, septiembre 16, 2008

REMINSCENCIAS II

Sin Temor… Ni Favor…

Reminiscencia II


Luis H. Arthur S.

En esos tiempos de respeto no sólo a la autoridad, sino también a toda persona mayor, que se consideraba con el deber de vigilar nuestra conducta, corregirnos y avisar a nuestros padres.
Nos decían que los maestros eran nuestros segundos padres, y la verdad que la buena voluntad, la moral de aquellos seres nos hizo ser mejores.
Recuerdo los reglazos disciplinarios del Maestro Emilio McKinney, de “Viejo Boy”, de “Malayo”. La férrea disciplina de Don Carlos Hernández.
Sociedad sin droga, sin maleantes ni secuestradores, con ladronzuelos más asustados que un gato en la cocina, y que huían al menor ruido o bulla. Ahora, primero nos torturan para que hablemos, nos roban, nos violan y hasta nos matan.
Las retretas de los jueves y domingos, de 8 a 10 de la noche, por la Banda Municipal, desaparecida de nuestros municipios, con quienes se aprendía a solfear y tocar instrumentos.
Habían tantas oportunidades de sana diversión, de sentarse en un banco del parque, en un pilote del muelle, en una playa o en cualquier acantilado donde el mar bravío golpeaba con furia, para soñar, pensar, volar como tantas golondrinas que nos circundaban, como hoja al viento, sentirnos ser héroes o “sufrir” con el corazón roto por algún amor no correspondido o perdido. ¡Ya nunca más volveríamos a poder levantar la cabeza…! ¡Nuestras vidas habían quedado destruidas para siempre!
Los bellos amaneceres, los increíbles atardeceres, la cotidianidad, más temprano que tarde nos volvían a la vida como si nada hubiese sucedido, pues la intensidad de nuestras emociones, de nuestro vivir, semejaban las bellas, atemorizantes y frecuentes tormentas de rayos y truenos que devenían en paz y sosiego, en calma poética de renovación y nuevos bríos. Día a día florecíamos en primavera de vida.
Recuerdo una vez sentado en un banco del parque central, con un amigo ya ido, y viendo uno de los 7 carros de la ciudad pasar lento frente a nosotros, escuchar sus palabras: “un día me voy a largar de este pueblo, y volveré en un descapotable con chofer uniformado, yo vestido de chaqué blanco, sentado detrás como magnate, saludando con desdén…” Eran palabras como levadura de progreso, de sueños y anhelos, siempre inferiores a la felicidad que teníamos.
S. Domingo, R. D. * luis@arthur.net * www.luis.arthur.net * www.luisharthur.blogspot.com * 15\IX\2008