miércoles, junio 24, 2009

AMIGOS I

Sin Temor… Ni Favor…

Amigos I


Luis H. Arthur S.

Cuando mi mente vuelve a retrotraerme a mis primeros años, con recuerdos que se remontan a cuando tenía año y medio, de cuando pocos llegan como relámpagos, y que se van haciendo más continuos al paso de los años, se me ocurre preguntarme ¿cuándo tuve mi primer amigo? ¿Quién fue? Esfuerzo inútil que sólo me recrean juegos en común con vecinitos y familiares.
Llegó la edad de la escuela y a los 4 años ya estaba asistiendo al Kinder en el Asilo San José que quedaba a dos medias cuadras de mi casa doblando la esquina.
En vano busco recordar compañeritos. Sólo a mis hermanas y mis primos. Luego llegaron a mi vida los niños y niñas del barrio con quienes fuimos estableciendo un vínculo de afecto. A la edad reglamentaria de 7 años todos entramos a la escuela pública y de repente estuvimos envuelto en un torrente de muchos niños de todas las edades, siendo yo de los más pequeños.
Como es norma, los “grandes” no jugaban ni se juntaban con los chicos. La nueva libertad de ir y venir caminando a la escuela, fue envolviéndome con demasiados niños de donde surgía espontánea, por una especie de “química” común, los amiguitos de entonces, que también tenía que ver con la cercanía de nuestras casas. En aquella época no había televisión, no teníamos carro, ni siquiera bicicleta y los traslados diarios consumían tiempo, pues los horarios y la disciplina eran rígidos.
Aquí nació quizás esa diferenciación entre amigos y conocidos. Los conocidos en una comunidad pequeña, de una sola escuela segregada, eran todos, mayores y menores. Los amigos, sólo unos cuantos. Aquellos a los que tu le contaba tus cuitas, tus inquietudes, tus sueños, y que ellos te contaban los suyos. Que se aliaban para hacer maldades y que se cubrían hasta diciendo mentiras blancas. Que si se peleaban no se maltrataban y se defendían mutuamente del abuso de los mayores, en brotes espontáneos que ahora entendemos como un entrenamiento para la vida que nos aguardaba. Donde no habían intereses económicos ni sexuales. Sólo el poseer pequeñas cosas y hasta presumir de ellas. Si estos pleitecitos se pasaban de la raya o eran muy comunes, si alguno trataba de imponerse, la amistad se perdía y nuevo grupito surgía.
Fuimos creciendo, afianzando lazos y afectos, seleccionando y siendo seleccionados.
Santo Domingo * luis@arthur.net * www.luis.arthur.net * www.luisharthur.blogspot.com *23/VI/2009