miércoles, octubre 21, 2009

REALIDADES I

Sin Temor… Ni Favor…

Realidades I

Luis H. Arthur S.

Es cierto. No nos gusta ser imperialistas. Quizás como los chinos ancestrales nos gustaba vivir tranquilos en nuestra media isla, aislados; pero hemos explotado, de menos de un millón de personas en el Censo del 1920, somos ahora más de 9 millones.
Y desde la muerte de Trujillo esto se ha convertido en un paraíso de libertinaje sin control, donde todos se “la buscan” de la mejor manera posible, aun y generalmente fuera de la ley, cuyo complejo cartapacio tampoco se cumple, pero ahí está siempre útil para azotar con ellas a los humildes.
Un medio tan prolífero es natural que sirva como caldo de cultivo para todo tipo de ilegalidades, desde robos al erario que enriquece a políticos, hasta droga y lavado de dinero, pasando por empresarios donde pocos son santos, y no sabemos quién corrompe a quien.
El país crece, claro que crece, basta ver las estadísticas del pasado, los presupuestos nacionales, el PIB, las tasas de crecimiento. Basta para aquellos que tenemos edad y memoria recordar los viejos tiempos. Las cosas han cambiado. Ahora los ricos y millonarios se cuentan por millares y los pobres por millones.
Mientras la riqueza nacional marca índices generalmente positivos, los de la pobreza marcan analfabetismo, bajo IQ, delincuencia, inseguridad, que posiblemente han aumentado en mayor proporción.
La riqueza ha estado y cada vez está más mal repartida, ajena al bien común, y los gobernantes de turno se ocupan muy eficientemente de captar mucho para despilfarrar y desaparecer. Hemos tenido un crecimiento coyuntural y sin planificación, bastante menor del que economías similares a la nuestra han tenido.
A los dominicanos nos gusta vivir al día, esperar que las cosas lleguen solas, sin pensar mucho hacia donde vamos ni hacia donde queremos ir. Como nave de vela que espera los vientos para que lo lleven a alguna parte.
Tenemos un sistema eléctrico no confiable, caro, precario, deficiente y donde nunca se oferta más del 80% y mal repartido, pues unos reciben apagones de muchas horas y otros ninguno. Todos tenemos el mismo contrato de adhesión y nos protege y obliga la misma ley.
No se puede pensar en desarrollo sostenido sin energía con qué sustentarlo. No se puede tener servicios tan caros que nos hagan no competitivos, a no ser por la explotación de la mano de obra nacional y haitiana.
No se puede robar tanto que no quede nada para que el pueblo se eduque, crezca, produzca riqueza, y deje de vivir en un semi feudalismo económico de subsistencia, donde su mayor aspiración es conseguir un padrino político corrupto, un buen negocito aun sea de droga o lavado, una tarjeta Solidaridad o irse a servir a otra tierra, a trabajar duro, barato y asustado porque generalmente lo hace como ilegal.
S. Domingo, R. D. * luis@arthur.net * www.luis.arthur.net * www.luisharthur.blogspot.com *20\X\2009