miércoles, mayo 20, 2009

ACUERDO POLÍTICO III

Sin Temor… Ni Favor…

Acuerdo político III


Luis H. Arthur S.

Leonel debe de estarse riendo con la muela de atrás, y se fue a España a celebrarlo, a recibir honores, pergaminos y medallas y a ver al Rey, viejo, arrugado y siempre feo, a pensar socarronamente que no hay que nacer noble en cuna de oro para regir impunemente. Que basta tener capacidad política sin escrúpulos, hablar bonito, tener un proyecto claro donde el pueblo y su bienestar no cuenten, y que sea sumiso, pobre y narigoneado. Unos partidos y políticos corruptos y medio idiotas. Encontrar aspirantes que no vean más allá de sus narices, es cosa fácil y abundante. Aspirantes que sólo buscan su gloria personal y quizás limpiar un pasado cuestionable. Que no captan que le están abriendo las puertas a la ambición nunca escondida de Hipólito, con mucho dinero, seguidores y fuerza política. Una prensa generalmente sometida cataloga el acuerdo como “un palo” conveniente para el PAÍS(¿?). Un empresariado dividido en sus ambiciones y canonjías, donde los favoritos de turno afectan sensiblemente a todos los demás, y mucho más a los honestos.
Luce que Vargas Maldonado no vio la trampa, pues el PRD con sus legisladores podía obtener lo que quisiera sin entregar nada, menos a su partido y al pueblo. Pero la ambición ciega y es mala consejera. No sólo la de él que fue el actor principal, sino la de los otros dirigentes que se desgastan en pleitos internos por pura perpetuación y poder.
Al PRSC lo coloca en su verdadero sitial y aunque le regalen nuevamente los Senadores y Diputados que ahora tiene, sin que se vislumbre cómo con su 5%, o los que le queden al final pues recientemente el Senador de La Altagracia, el primo heredero de Amable quien ya había dicho que aspiraría nuevamente a la Senaduría que luego abandona, se ha pasado al PRD y dicen que otros le seguirán.
Viendo la actuación de Leonel, hay que reconocer que los demás políticos le quedan chiquitos, y se queda uno con la pena, con el abandono, de ver que si aplicara ese talento para hacer las cosas bien, sería no el dictador democrático de este país, sino el casi héroe, el admirado Presidente de barrio que trajo felicidad, educación y prosperidad a esta media isla. Por eso decía antier, que qué pena que el talento sólo se usa para hacer las cosas malas.
S. Domingo, R. D. * luis@arthur.net * www.luis.arthur.net * www.luisharthur.blogspot.com * 19\V\2009