martes, diciembre 19, 2006

DESTRUCCION IRRACIONAL

DESTRUCCIÓN IRRACIONAL

Por: Luis H. Arthur S. www.luis.arthur.net www.luisharthur.blogspot.com 18 Diciembre 2006

Hará par de años regresaba de viaje y una prima me notificó que estaban “remodelando” el Cementerio de Puerto Plata. Iban a conectar la entrada principal con la secundaria, para facilitar la circulación de vehículos. Los viejos nichos donde tantos antepasados estaban enterrados, algunos con más de un siglo, estorbaban y los iban a demoler. Cierto que estaban en malas condiciones, con sus muros de ladrillo deteriorados por el tiempo, la lluvia y las raíces de los árboles, dado el abandono ancestral a que han estado sometido. Ignoraban que los monumentos no se remodelan, se reconstruyen.

Me apersoné a los dos días y uno de los cuidadores, quien dijo ser representante del encargado, me notificó que si no sacaba mis muertos iban para la fosa común. Como genealogista, acostumbrado a visitar cementerios como fuente de datos tanto en mi país como en varios otros, protesté, pero la realidad era que ya tenían destruida parte de los mismos. Mande a hacer varios osarios y una semana después fui con dos primos a sacar los restos de los bisabuelos, tíos y tías y depositarlo en el panteón familiar, donde también descansaban ya los de mi abuelo, abuela y una tía paternos que mi primo había ya mudado.

Por años he estado visitando ese cementerio y viendo el deterioro, la desaparición de tumbas, el saqueo de verjas y de ornamentos y la violación rampante de tumbas. Es penoso ver como se pierde la historia de un pueblo, de una nación ante la indolencia y mediocridad de nuestras autoridades municipales, que ni siquiera tienen cabal idea del daño tan criminal que están haciendo.

Al terminar el retiro de mis parientes, sin papeles ni actas, vi que nadie había tocado los de muchos prohombres y restauradores como Segundo Imbert, el General Garrido, Fidelio Despradel por mencionar algunos y los de Roderick Arthur, que sin ser pariente, fue el genio carpintero que construyó todas esas casa victorianas y la glorieta de Puerto Plata. Mi primo Víctor y yo le escribimos un ensayo genealógico.

La tea incendiaria destruye sin rubor. Hoy quieren revivir y peatonizar el centro histórico de Puerto Plata, mientras las cenizas y lapidas de sus creadores son irrespetuosamente borradas por la ignorancia y la barbarie, alterando el descanso de sus restos. ¡El patrimonio común no se destruye!

luis@arthur.net