viernes, abril 20, 2007

EL CLUB II

EL CLUB II

Por: Luis H. Arhur S. www.luis.arthur.net www.luisharthur.blogspot.com 19 Abril 2007

Pasó el tiempo, y después del difícil primer paso, vino el segundo y todos los demás. ¡El Club de los Flojos era historia!

Las nuevas experiencias fueron aleccionadoras, hasta que un día quedamos atrapados en la red de la vida y de nuestras artimañas, que ilusos pensábamos eran las dominantes. De Gavilán a Paloma como dice José José en su canción.

Ahora sólo pervive el recuerdo de aquellos días, la emoción de aquellos encuentros que hoy han cedido el paso a un pragmatismo sin emoción, donde nada hay que adivinar, todo se ofrece con la naturalidad con que se come un dulce o bebe agua.

Los papeles se han invertido, y si antes los jóvenes eran los de la iniciativa, hoy están a la defensiva, tratando de escapar de la cacería inmisericorde con que los asedian. Ya no hay honra que respetar, sino necesidades que satisfacer.

Arjona le dio nuevo sentido a la palabra reputación. Son otros tiempos quizás peores.

¡Plaga de niñas de 11 años en cinta! ¿Y sus padres?!...

En aquellos días había un joven que ya iba entrando en edad y por meritos y antigüedad era el Presidente del Club de los Flojos. Ya había agotado todos sus recursos y estaba bastante desesperado. Un día fijó sus ojos en una joven foránea y planeó su estrategia.

Desempolvó y releyó su manoseado y viejo libreto -La veo, espero que esté sola y me le acerco. Le digo “hola”. Ella me contesta “hola”. Le digo: “¿Cómo estás?”, ella me responde: “muy bien”. Entonces la abordo en serio y le digo: “mira fulanita, tu me gustas mucho, yo te quiero y deseo que seas mi novia…” Ella me responde: “bueno”, y todo es alegría, emoción y felicidad-.

De tanto repetir el mismo dialogo de tantas veces antes, lo tenía requete memorizado. Una prima noche se le presenta la ocasión. Iba sola cruzando el parque. Ni lento ni perezoso se le acerca y le dice: “Hola”, “hola”. “¿Como estas?”, “bieeen”… La emoción lo embarga, se va acercando el momento, suda, se le aprieta todo… y al mirarla cree advertir en ella como la sombra de una sonrisa burlona, de esas con que tantas veces antes lo habían puesto en ridículo. Su mente viaja a mayor velocidad que la de la luz y con una desesperación cargada de impotencia, le dice: “Vete a la M”… y se retira, ante el asombro de la joven que no comprende…

luis@arthur.net