sábado, abril 21, 2007

VIEJOS AMIGOS

VIEJOS AMIGOS

Por: Luis H. Arthur S. http://www.luis.arthur.net/ http://www.luisharthur.blogspot.com/ 20 Abril 2007

Al contestar el teléfono escuché la voz cercana de un pasado lejano. Un gran amigo de juventud a quien no veía desde hace unos 35 años estaba aquí.

Neuronas dormidas que cobran vida y traen al presente tantos recuerdos queridos y vivencias del pasado.

Hijo de finlandés y maeña, al llegar a mi pueblo contaba con 15 años, hoy 69. Tenía 3 hermanas menores y dos hermanitos aun niños, pecosos y hermosos. Rubio, de ojos verdes-azules, igual que su padre de poco hablar. Su cara de gesto suave era la de un “Giocondo”, si se vale la expresión. La mayor de sus hermanas era linda y de cara menos redonda. Hacia latir de prisa el corazón. Las otras dos eran niñas bellas. Hacia un pastel de chocolate para chuparse los dedos y un bebida de arroz que quemaba el gaznate similar al saki. Afición no común en otros.

No creo que él nunca haya tenido que enamorar a nadie, sólo tenía que dejarse querer. Era como un osito de peluche que todas querían acariciar y besar. El se dejó querer muchas veces. Mi primo, parecido a él pero de ojos marrones, tocaba guitarra y cantaba. Nunca he entendido la debilidad femenina hacia una guitarra y un cantor, pero puedo atestiguarles que se derretían. Eran la envidia de nosotros.

Nunca fueron miembros del Club de los Flojos.

Mantuvimos una buena amistad por muchos años, en Puerto Plata y en Santo Domingo, cuando él y mi primo estudiaban medicina. ¿Cómo entender esa amistad cuando uno se sabía el contraste?

Llegó el día en que yo tomé mi avión y mi primo y él tomaron otro. Ellos fueron a hacer residencia y a especializarse en Puerto Rico y nunca volvieron. Yo a New York, luego a México y de retorno.

En 1964 me escribió que se casaba y se casó. Conocí su esposa de pasadita por su casa. Sus 6 hijos nacieron, crecieron y formaron familia.

Hoy la vida nos junta de nuevo. A su familia la veía de vez en cuando en Jarabacoa. Su madre aun vive, muy anciana y ya no lo reconoce.

Yo siempre he creído que a los verdaderos amigos la vida los aparta pero los conserva en un lugar especial, y aunque pasen los años, nos pongamos viejos, siempre seremos los jóvenes aquellos que disfrutábamos plenamente una amistad desinteresada, de competencia sana. Hoy soy más joven.
luis@arthur.net