martes, abril 10, 2007

SEMANA SANTA II

SEMANA SANTA II

Por: Luis H. Arthur S. www.luis.arthur.net www.luisharthur.blogspot.com 9 Abril 2007

El Jueves Santo era tiempo de ir a la iglesia a rezar los 33 credos, el Viernes había que visitar el túmulo e ir en la tarde a la procesión del Santo Entierro, con el corazón contrito.

El pueblo se vestía de luto y las mujeres de negro, medio luto o blanco. No se usaban camisas de colores o llamativas. Las velloneras callaban su música.

Estábamos y queríamos mostrarnos dolidos por la crucifixión del Jesús, su calvario, su dolor y su muerte. La vida tenía más componente y significación espiritual que hoy en día, donde todos lo que quieren es gozar, beber, disfrutar, comer, hacer el amor, cosa prohibida en aquellos tiempos.

Nuestros tiempos actuales son tiempos materiales. No se nos ocurre pensar en si tenemos o no espíritu, en estos tiempos eso no es relevante.

La espiritualidad pocos la viven. Eso ya no es importante.

Hemos perdido el valor y el respeto a las personas y a las cosas, pues no significan ni ellas ni nosotros nada más que eso, cosas.

Así ahora se mata a una persona cualquiera para robarle un celular, que lo venden quizás en 100 pesos, 3 dólares. Para quitarle un motor a alguien, por cualquier quítame esta paja….

Siempre ha habido seres sin valores espirituales, pero de una minoría muy ínfima, se están convirtiendo en una mayoría abrumadora, de esas que los políticos buscan para reelegirse, ofertando sólo dinero, el gran Dios de nuestros días…

Es penoso pero práctico escuchar a Obispos y Sacerdotes pidiendo frugalidad en estas vacaciones, pues eso son, en eso se han convertido, en vacaciones para gozar, como dicen ahora.

Entiendo que el progreso ha encarecido tanto las cosas que todos queremos, que la familia ha perdido la unión, donde el ejemplo y las enseñanzas tenían su mejor aliado. Hoy preferimos disfrutar del último modelo de teléfono móvil, esos que cuestan un ojo de la cara y hacen tantas cosas, que uno se pregunta si también se puede hablar por ellos. Lo malo es que no se comunican con Dios.

Carros, viajes, actividades, paseos, en fin que no queda tiempo para meditar, para estar con uno mismo, para pensar a donde conduce todo esto y si es ahí a donde queremos llegar. Si es así que queremos a nuestros hijos y nietos, si no nos estamos embarcando en la vorágine de la destrucción como seres espirituales. De seres solo de carne y huesos, intrascendentes.

luis@arthur.net