jueves, mayo 24, 2007

CASCOS MUSICALES

CASCOS MUSICALES

Por: Luis H. Arthur S. www.luis.arthur.net www.luisharthur.blogspot.com 23 Mayo 2007

Recordando el Club de los Flojos de aquellos tiempos, me vino a la mente un episodio penoso por demás que le paso a un amigo.

De alguna manera se agenció un caballo hermoso, grande y bañadito, con su crin y rabo peinados y bien cepillados, sus cascos herrados y un andar de paso fino, que al golpear el asfalto de la calle precia emular los cascos musicales de Santos Chocano.

Esa tarde, bien vestido, con su melena negra “englostorada” que brillaba bajo el sol intenso de las cuatro de la tarde, subido en ese hermoso caballo melao, baja desde su casa y toma por la antigua Calle Comercio para pasarle a su enamorada platónica por el frente de su casa. Iba por el lado derecho de la calle para permitir el transito vía contraria. Parecía un Napoleón. Erguido, dominante y orgulloso.

Descendiente y homónimo de patricio, pasa por la vivienda de la bien amada y ella no estaba o no sale. Pero todas las miradas de los transeúntes y los vecinos desde sus galerías se vuelven hacia aquel jinete y su corcel “de cascos musicales”, que su “paso acompasa” con ritmo sonoro.

Iba cual diva por pasarela y sigue sin inmutarse calle abajo, y oh! suerte, tres cuadras más abajo la ve que va hacia la librería.

El mundo se detiene, de no ser por aquel sonar acompasado de los cascos, que quizás ya ni oía silenciados por los fuertes latidos de su corazón, quizás pensaba que iba montado en Pegaso remontando al Olimpo.

Cuando va pasando a su lado, a menos de dos metros, a mala hora al bendito corcel se le ocurre hacer de las suyas y tras unos fuertes desahogos tronados, deja caer, casi a los pies de la bien amada, sus desechos abundantes y apestosos, que casi la salpican.

En un segundo todo cambió. La victoria se convierte en derrota, la altivez en humillación, en vergüenza que no termina. En anécdota que aun 57 años después persiste.

Luego de ese infausto acontecimiento. Su actitud fue esquivarla en la escuela normal mixta y segregada, y perder toda esperanza. En 1952 se fue a estudiar a otro pueblo y su familia emigró a Santo Domingo.

Mi amigo murió hace poco más de un año. Yo estaba en México. Hoy le recuerdo con respeto como un buen amigo, como un compañero importante del Club de los Flojos.

Que igual que todos buscamos e inventábamos formas de hacernos visibles y encontrar caminos.
luis@arthur.net